Reclámele Usted al Cielo

Que, seguramente, sea el único que me vaya a escuchar sobre este asunto
Que ya venía yo tiempo advirtiendo lo mismo es cierto, pero, claro está, hacerlo en la oficina con los compañeros tiene la misma utilidad que si se hablara en el corralón o en el patio de vecinos, o sea, ninguna. Decir públicamente que, a comienzos del siglo XXI, Málaga está subdesarrollada es poco más que firmar tu sentencia de muerte (en ciertos círculos que, gracias a Dios, no suelo frecuentar), pero es que, por desgracia, lo está, al menos en materia de comunicaciones. Que conste que no hablo de telefonía móvil -¡quite usted!- si tenemos esas cuestionables antenas decorando los tejados de media ciudad. Tampoco de las redes digitales de alta velocidad, esas que hacen que nos levanten la calle justo por donde ayer otra compañía prima hermana de ésta estaba tapando su destrozo, pero, en fin, todo sea en pos del progreso ¿verdad? Aquí el tema está en la carretera, que más que tema es un problema, aunque parece que no demasiado prioritario debido a las constantes demoras y casos omisos a las peticiones de solución. Aunque , visto lo visto, a estas alturas y con lo que nos ha tocado a los malagueños, es mejor decir eso de "Virgencita, virgencita, que me quede como estoy", porque siempre todo se puede poner peor. Ese es precisamente mi caso. Acostumbrado ya a desperdiciar más de dos horas de mi vida todos los días en el recorrido a mi trabajo, parece ser que alguna secreta jerarquía de gente sin nombre se empeña en poner obstáculos a mi paso para hacerme pasar más y más tiempo entre las dos puertas de mi utilitario, y, por supuesto haciendo que su motor consuma el equivalente a haber recorrido sesenta kilómetros cuando vivo tan solo a siete, que poco me importa el consumo sino la de gases que lanzo al aire que respiro. Hará cosa de dos semanas se anunciaba a bombo y platillo la inauguración de un nuevo gran almacén dedicado al bricolaje, advirtiendo también que no era el único comercio de este, penúltimo, nuevo centro de cocio-consumo, ¡Felicidades!, me decía a mi mismo al reconocer que mis sospechas eran de nuevo acertadas. La falta de prevision (o la deliberada actuación en ese sentido, vaya usted a saber) han conseguido que el ya tedioso camino casa-trabajo-casa implique aún más tiempo para recorrerlo. El volumen de circulación por las vías de acceso al polígono Gualdalhorce se ha multiplicado por dos o tres gracias a las nuevas licencias comerciales, hasta tal punto que no hay día que no invierta más de diez minutos en desplazarme doscientos metros. Si existen proyectos y plsibles solucinoes ya no me importa, llegan tarde, tanto como yo a mi casa todos los días. Además, seguro que al que encargan de poner remedio a esto nos cuela otro cuello de botella precioso, igualito al que hicieron con la ronda y el túnel del Camino de Antequera. No me extraña que dentro de poco cambien el "muy hospitalaria, muy benéfica y la primera en el peligro de la libertad" del escudo de la ciudad por un "muy cabreada, muy contaminada y la primera en el peligro del atasco en hora punta".

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