¡Pim, Pam, Pum... Fuera!

Mis títulos siempre tienen relación con lo que escribo, pero hoy, tal vez, puede parecer que no sea así.

Hoy voy a hablar de relaciones lógicas. De esas cosas que todo el mundo sabe que van a ocurrir cuando ven otra cosa que, por norma habitual, siempre la precede.

Si alguna vez he tenido a un lector habitual en mi blog, éste sabrá que, de vez en cuando, me da por analizar la situación político-económico-social de mi entorno. Entorno que normalmente se circunscribe a mi ciudad, pero que en la mayoría de las ocasiones se extrapola al conjunto de esta sociedad. En muchos de mis escritos, lo reconozco, he sido bastante agorero, pesimista, malapipa..., pero nunca he llegado al alarmismo. Nunca he sido partidario del catastrofismo, ni amigo de los apocalípticos, pero reconozco que algo bueno hay para el mundo en esos que lo ven todo más negro que el fondo de un pozo, es que el resto podemos estar alerta, atentos y a verlas venir. Así, al menos, no nos pillará desprevenidos.

En parte esa era mi intención cuando ya el año pasado empecé a apuntar que todo esto iba por mal camino. Que no era normal que curritos de dieciocho años se compraran Mercedes y Audi a tocateja, con el respaldo de los bancos, lo sabíamos todos, incluídas las autoridades económicas. Otra cosa es que sólo nos alarmáramos unos cuantos, mientras el resto no decía nada y los que debían no movían un dedo. Muchos negaban que estuviéramos en crisis aunque las señales fueran evidentes (no sólo los miembros del actual gobierno) y hoy dicen Diego donde dijeron digo y creen que el resto no recordamos sus palabras. Entonces ellos tuvieron la oportunidad de evitar todo esto, hoy la tienen de intentar arreglarla. Espero que esta no la dejen pasar como la primera.

Con la vivienda ha ocurrido tanto de lo mismo. Todo el mundo sabía que los precios estaban sobre-inflados. Que el exceso de demanda se debía a una manipulación de los mercados buscando la simple especulación. Pero a todo el mundo le beneficiaba que la cosa fuera así. A los promotores porque cuadruplicaban sus ingresos por metro cuadrado construido. Los constructores tanto de lo mismo ya que tenían más trabajo y se pagaba mejor. Los ayuntamientos licitaban obras a golpe de talón y de impuesto revolucionario mirando hacia otro lado si lo que había que construir afectaba a uno o a mil. Y el gobierno, por supuesto, feliz y contento de que las cosas fueran tan bien. La economía sube y sube. Por supuesto que sube, pero ya lo dijo Sir Isaac Newton "Todo lo que sube...", bueno, ya sabemos como acaba. En el caso de la economía española, desparramada por los suelos.

¿Qué va a ocurrir ahora? Bueno, contraviniendo la opinión de muchos "entendidillos" en economía, nos enfrentamos a una recesión económica de la escala de la que ya sufrimos en 1993. Esto es, más desempleo y peores condiciones económicas y sociales. El problema es que por aquel entonces nosotros podíamos devaluar nuestra moneda, para facilitar las exportaciones y hacer que la balanza exterior fuera poco a poco compensando las pérdidas, hoy en día, con nuestro gran enemigo "El Euro" eso no se puede hacer. Hay que tomar otras medidas y, bueno, como nunca antes ha ocurrido, ahora tenemos que estar a la espera de como nos lo van a solucionar.

Y con respecto a la vivienda. Que ha sido la gran causante de todos estos males. Un consejo para los que quieran comprar. Mirad. Mirad mucho. Id a visitar pisos. Comprobad el mercado a diario. Consultad y haced ofertas, siempre a la baja, no tengáis miedo de ofrecer lo que realmente vale la vivienda que veáis. Pero, sobre todo, aguantad el máximo. No compréis a la primera rebaja, esperad a una segunda, incluso a una tercera. Pensad que los pisos están hoy más de un 200% sobrevalorados de su precio real. A partir de ahora empieza la guerra entre vendedores, la auténtica. Cuando estén realmente agobiados empezarán a bajar y a bajar hasta llegar a su verdadero valor. Preguntad cuantos pisos hay vendidos en una promoción nueva, si os dicen que sólo quedan dos, están mintiendo. Volved a preguntar en breve y seguirán quedando, esos dos y puede que unos cuantos más.

Ahora la pelota está en nuestro tejado. No la devolváis sin jugar un buen rato con ella.

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