Medidas "Necesarias"

¿Que lo más probable sea que estas palabras queden en el olvido o se reciban con indiferencia por aquellos a quienes van dirigidas? Bueno, de eso estoy casi seguro, de todas maneras mi objetivo es que se lea, lo de aplicarse el parche ya es asunto de cada cual ¿verdad?
No hace mucho que la noticia de moda en la prensa española quedaba lejos de las avalanchas de extranjeros sobre las alambradas de Ceuta y Melilla, o del nuevo Estatuto (terminado en “o” como manda la RAE) catalán, y se centraba en la polémica financiación de la sanidad pública, que debe de ser un problema muy grave, porque entiéndanlo, uno es un ciudadano de a pie, y piensa que lo que amenace la salud pública debe de ser tomado en mucha consideración. Hoy me sorprende eso que he leído de que ya se ha, prácticamente, decidido el cambio de nombre del Hospital Universitario Carlos Haya por otro, a propuesta (o hay que decir exigencia) de uno de los grupos políticos del ayuntamiento preocupado por la mala imagen que el nombre de ese señor trae a los malagueños. ¿Qué quiere que le diga caballero? Yo nací aquí hace treinta y dos años y tanto para mí, como para el noventa y nueve por ciento de mis convecinos, ese nombre no significa más que una gran institución médica.
Créanme, me extraña, incluso llega a asustarme, el empeño que ciertos elementos de la sociedad tienen en tratar de que nos olvidemos del pasado más reciente de nuestro país. O pretendan transformarlo en algo que no pasó cuando lo que interesa es que eso no se llegue a olvidar nunca. Los historiadores están cansados de recordarnos aquello de que el único modo de evitar que se repita la historia es haciendo que no se olvide, solo de este modo no erraremos donde lo hicieron nuestros padres y abuelos. Me gustaría que me explicaran que interés tiene a fecha de hoy cambiar la denominación de ese centro hospitalario por cualquier otro, porque soy incapaz de encontrar ninguna razón práctica o útil.
Y hablando de utilidad, supongo que estaré equivocado al igual que en los tres párrafos anteriores, pero ¿alguien se ha parado a pensar en el coste de sustituir dicho nombre? Porque, digo yo que puestos a hacer las cosas como Dios manda, el cambio no se va a limitar en quitar las letras del arco de entrada del recinto ¿no es cierto? También se han de sustituir todos los elementos relacionados con la gestión del centro que usen esa denominación como distintivo, o sea, rótulos de vehículos (ambulancias, coches, camiones y hasta el carrito de la basura), placas de identificación del personal, carnets de uso interno, uniformes (batas, camisas, prendas de un solo uso...), ropa de cama, toallas, material de oficina (formularios, informes, papel timbrado, correo interno y externo, sellos...), programas informáticos, recetas médicas, etc... En fin, todo lo imaginable que ahora mismo lleve esas letras impresas, bordadas, cosidas o pegadas. Además, y como el efecto dominó es más que predecible, al hospital le seguirá la avenida que comparte el mismo nombre, de modo que los afectados se multiplicarán por ¿cuánto? ¿Cientos? ¿Miles? Empresas y particulares que tendrán que sustituir su domicilio fiscal y sede social en contratos, escrituras de propiedad, tarjetas de visita, cartas impresas, sobres... Y como la ciudad es “pequeña” y no hay riesgo de perderse en una urgencia (léase esto último con ironía), no será necesario sustituir las señales viarias que indican el camino al citado centro médico y/o avenida. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que todo eso implica mucho dinero, si, ese mismo que se supone necesita la sanidad pública para su buen funcionamiento. Y no me vengan a decir que ya estaba presupuestado y que la inversión es mínima porque no me van a convencer. Considero un capricho, y muy caro, sea cual sea el precio final, invertir cualquier cantidad en algo que no sea mejorar el servicio de salud. ¿Cuántas vidas se podrán salvar con el presupuesto destinado a semejante maniobra política? ¿Cuántas operaciones, tratamientos y pruebas se podrían realizar aprovechando ese dinero? Hartos estamos de escuchar hablar de listas de espera, de colas continuas, de falta de medios y de escasez de personal para que ahora me vengan con los traumas históricos de un aspirante.
Denme soluciones a problemas reales caballeros, no azucen las ascuas de un fuego apagado hace cincuenta años y, por favor, tengan la amabilidad de discutir, exigir y aprobar medidas necesarias. Si por algo les pusimos en los puestos que ahora ocupan fue por considerar que son los más capacitados para ello, no hagan que nos arrepintamos. Por mi parte sigo confiando en su buen juicio y criterio para administrar esta ciudad. Y dicho lo dicho, reciban un cordial saludo.

Comentarios

Entradas populares