Una de amantes del riesgo

Atentos a la escena, a ver si os suena. Vais por la autovía camino de casa, cansados de todo el día de trabajo y con ganas de coger el sofá y digerir la largísima jornada del lunes. De repente, a lo lejos divisas un ligero punto rojo que se mueve extrañamente por el lado derecho de la calzada, sospechosamente cerca del arcén, miras por el retrovisor y compruebas que tras de ti viene, a toda leche por supuesto, un chavalote con un Carro Coupé Tuneado fruto de esta "próspera economía de la construcción" que vivimos. El punto rojo de delante ya va cogiendo forma mientras que las luces, cuatro lo menos más los antiniebla del currito hortera se acercan amenazadoramente. Lo primero que piensas es, "¿a cuanto voy yo?" Miras y ves que a ochenta, buena velocidad en hora punta para el carril de la derecha, luego te preguntas, ¿a cuanto irá el rey del tuning? Y calculas que a ciento veinte mínimo. El punto rojo ya tiene cuerpo del todo, y bien grande, al contrario que las ruedas del mosquito que monta bordeando la línea que separa el arcén de la carretera, además agachado para coger más velocidad, puede que los cerca de ochenta kilómetros por hora que lleva en esa cafetera trucada no le parezca suficiente, respecto al casco, bueno, supongo que se le habrá desintegrado por la velocidad. En el punto crítico empiezan las dudas, "…si me voy a la izquierda el ovni de atrás me arrolla, o peor, no ve al halcón callejero y lo manda a la ronda de circunvalación sin enterarse por el ruido de los 20.000 vatios del subwoofer" . Segunda opción "… ¿reduzco la marcha y dejo que el coche fantástico se me pegue al culo peligrosamente hasta que pueda pasar sin peligro al Sito Pons de turno?" Total, la cosa sucede tan rápido que no me da tiempo a pensar en una tercera opción, pero tampoco me da tiempo a decidir cual de las otras dos es la menos mala, de modo que hago lo que cualquiera hubiera hecho, me encomiendo a todo el que quiera escucharme en los cielos y noto como en menos de un segundo me pasa una especie de fogonazo azul eléctrico por la izquierda acompañado de un "Boom boom boom y un chunda chunda chunda", mientras que por la derecha oigo un "Zzzzzzziiiiiiiuuuuuummmm" que, extrañamente me tranquiliza porque no viene acompañado de ningún "¡Crash Kapoom Ayyyy!" Cuando el corazón ya ha cogido su ritmo normal y respirar no se ha convertido en una obligación malsana, me empiezo a acordar de las madres de los dos, de los padres de los tuneros, de lo que mamaron los truca-pepinos y de media ciudad más. Al final acabo buscando culpables y, como siempre me salen en estos casos, me encuentro en un dilema ya que siempre he admirado a la Policía y la Guardia Civil, ya que hacen el trabajo menos valorado de todos, velar por nuestra seguridad, pero siempre se encuentran con las manos atadas por las implicaciones que sus acciones puedan conllevar, ya que seguro que muchos de ellos piensan como yo y saben que la solución a tipos como estos que ponen en peligro sus vidas, y las de los demás porque en lugar de neuronas tienen bujías, no está en quitarles puntitos o el carné cuando hacen algo que ralla el crimen. Para que no cojan el coche o la moto lo mejor es impedir que lo hagan, quíteles usted el vehículo y santas pascuas. Pero claro, esas son medidas extremas propias de una sociedad arcaica y no liberal como la que tenemos nosotros. Mientras tanto yo seguiré conduciendo con cuidado y rezando porque la próxima vez que ocurra esto en el departamento de San Cristóbal no me dejen a la espera por que todos sus Santos Custodios están ocupados.
Un abrazo a todos y un beso a todas.

Comentarios

Entradas populares