Una de Ecología para el Pueblo

Lexus acaba de sacar al mercado un nuevo modelo de coche VTC (Vehículo Todo Camino), el RX 400h, impulsado por un motor híbrido, alcanza una potencia de cerca de doscientos caballos. Para el que no lo sepa un motor híbrido lleva en realidad dos motores, el primero de combustión de gasolina y el segundo eléctrico. ¿Para qué queremos dos motores? Bueno, con esta combinación lo que conseguimos es una reducción del consumo de combustible en el primer motor ya que tanto para arrancar como para circular a bajas velocidades se utilizan las baterías del motor eléctrico. Y, además de éstas, de última generación, lleva un generador que suministra electricidad mientras se utiliza el motor de gasolina para ir recargándolas y no tener que buscar un enchufe cuando aparques. Incluso llega a utilizar la fricción generada por los frenos para convertir la energía cinética en eléctrica. En fin, todo un despliegue de ingeniería y tecnología punta cuyo fin no es otro que el de hacer que un cacharro que se bebería la gasolina como cerveza lo haría un alemán, no consuma más que ocho coma cuatro litros a los cien. Si estáis impresionados con eso deberíais saber que el motor híbrido es una auténtica porquería comparado con el de Célula de Combustión de Hidrógeno. La maravilla de las maravillas, un motor que funciona con hidrógeno, imaginaos lo que significa que la mayor parte de los transportes del planeta se realicen consumiendo uno de los elementos más abundantes de la naturaleza, en un mundo como el nuestro en el que los océanos cubren más del ochenta por ciento de la superficie, este combustible se podría calificar perfectamente de inagotable. Ahora bien, hay una serie de problemillas que impiden el uso de estos motores -los de hidrógeno- . Por una parte tenemos que están en fase de experimentación, las células de hidrógeno llevan más de diez años dando guerra, probándose en prototipos y presentándose como la panacea en salones del automóvil por todo el globo, pero las compañías no se arriesgan a montar el motor en un modelo de serie por el riesgo económico que supondría. Está claro que lo primero que hay que conseguir para que un vehículo de estos funcione igual que uno que quema combustibles fósiles refinados, es que el propietario pueda repostar hidrógeno en cualquier punto, al igual que el resto, y como bien se sabe, si no hay demanda no hay oferta. De modo que nos encontramos con el dilema del huevo y la gallina, si sacamos los coches al mercado y no tenemos con que llenarlos ¿de que nos sirven los coches? Una lástima, sobre todo porque estos trastos aparte de no contaminar llegan incluso a purificar el aire ya que el único residuo que producen es vapor de agua. Pues así estamos, los americanos se han inventado eso del motor híbrido que pone muy contentos a todos aquellas personas que son capaces de gastarse más de cinco kilos en un todo terreno por ahorrarse dos perras cuando van de viaje, y aquí picarán unos cuantos pardillos de esos que se están forrando comprando terrenos a precio de risa y vendiendo mini-pisos a precio de oro. Los yankis (o gringos como los llaman nuestros hermanos mexicanos) tan “concienciados” con los problemas medioambientales mundiales de los que, por desgracia, son los principales responsables tratan de dar soluciones para todos, porque no hay que olvidar que su economía funciona a base de oro negro y eliminar esa porquería del ambiente así de cuajo no resulta demasiado conveniente a sus intereses. De modo que la solución es hacer que los coches funcionen con pilas y mamando gasofa, que hay que dar de comer a la Shell, la Esso y la Exxon. Pero visto lo visto, en España, parece ser que esto de la ecología es solo para ricos y para que los políticos queden bien ante el mundo. Porque eso del Protocolo de Kyoto suena genial cuando se dice en un mitin o delante de cuatro banqueros que quieren hacer una “aportación” de sus fundaciones socio-culturales, pero en la práctica es como dicen por aquí “leche y habas”, o lo que es lo mismo, nada. Si hay que reducir los niveles de contaminación como es que no se facilita la producción de energía no contaminante, porque digo yo que en Suecia, en Dinamarca o en Finlandia tendrán que tirar de gasolina, gasoil y carbón para conseguir electricidad ya que allá tienen el sol más limitado que el aforo del Unicaja de Baloncesto, pero aquí, que tenemos más de trescientos días de sol al año, es totalmente incomprensible que no se facilite y promocione el uso de placas fotovoltaicas desde los estamentos públicos. Y quien dice sol, dice también viento y agua, porque el mar tiene más aplicaciones que la de servir de vertedero de desechos fecales e, irónicamente, de reclamo turístico para que se nos remoje media Europa (que asco ¿no?). El caso es que yo estoy esperanzado en que la visión de unos cuantos científicos locos apoyados por un puñado de neo-hippies nos lleve a seguir el ejemplo de algunos municipios de California, que ya han adquirido flotas de vehículos no contaminantes. Aunque, hasta que no consigan meter uno de esos motores en el chasis de un Corsa, me parece que por aquí solo van a poder disfrutar de eso los que se puedan permitir un capricho tipo Mini One Cabrio Cupé.

Más información en: http://www.fordenespanol.com/environmental/index.asp

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