Don Dinero es Don Dinero (Primera Parte)

La gente va a terminar pensando que soy un quejica, cabeza cuadrada y retrógrado que está en contra del progreso. Pero, disculpen vuestras mercedes, uno no puede evitar encenderse con lo que ve y oye todos los días. Ayer mismo me comentaba un compañero de trabajo que simplemente salir del aparcamiento de su casa cualquier tarde o cualquier mañana, en hora punta, le cuesta Dios y Gloria debido a que ahora se ha puesto de moda “atajar” atravesando el barrio de Guadalmar para adelantar las enormes colas de vehículos que se forman en el acceso a la capital por la A-7. Es normal, esta es la mentalidad del español del siglo XXI, “si yo me fastidio que también lo hagan los demás, no es justo que porque este hombre viva aquí tenga que llegar antes que yo a Málaga ¿no?” Pues si que es justo, lo que no es normal es que para saltarse treinta o cuarenta coches y solo cinco minutos de caravana, los cuatro listos de turno (que son más de cuatro) colapsen un barrio entero. Que no digo yo que se le vaya a prohibir a usted circular por donde le venga en gana, en absoluto, eso de coartar libertades queda lejos de este Estado de Derecho conocido todavía como España, pero un poquito de consideración no estaría de más, y quien dice consideración dice educación. Aunque la educación se la pasen ahora la mayoría por el forro del Mercedes si pueden llegar cinco minutos antes al nuevo centro comercial de turno. Total, que no contentos con la situación resulta que hoy me despiertan con la noticia de una especie de mini-autovía que va a unir la N-340 con la A-7 justito a la altura del susodicho barrio, que está pensada para evitar colapsos en las entradas-salidas de los centros de ocio-consumo, solo para eso, ya que teníamos el mismo problema de los atascos antes de que nos plantaran allí en medio mi querido Plaza Mayor, pero claro, mientras haya niños para echar las culpas… Lo gracioso es ver como ahora el baluarte de defensa de este proyecto tiene nombre propio, incluso no llegaría a extrañarme que a la carreterita en cuestión se le bautizase como “Ronda IKEA”. Cosas así se llevan haciendo aquí desde hace siglos, pero lo de los muebles suecos canta más que Pavarotti en la ducha."¡Es que donde haya intereses...!" Ahora resulta que para facilitarnos la llegada a las nuevas tiendas nos van a regalar un bonito y nuevo vial de acceso, más grande, más cómodo y más todo. Eso si, salir de allí después de pasar el día entero dando vueltas y de haber llenado el coche de “esos trastos que se acaban convirtiendo en recuerdos” va a ser una odisea, sobre todo cuando nos encontremos en medio de un meollo de conductores cabreados. Espero que también podamos comprar algo de paciencia en frascos de a litro de madera escandinava, porque seguro que va a hacer falta mucha, pero mucha mucha. La moraleja de esto está clara, si quiere que le arreglen la calle donde vive rece por que le construyan una supertienda al ladito, eso si, tendrá que hacerse a la idea de ir en bicicleta a todas partes, que, mirando el lado bueno, es más sano y así, al menos, ahorrará en gasolina.

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