25 Años y Un Día Después

Desde que yo tenía siete, allá por 1981, no recuerdo ni un solo año en el que no se haya recordado el aniversario del 23F. Todos los telediarios, periódicos, revistas de política, sociedad y hasta el Interviú sacando las imágenes de Tejero, con el tricornio encajado y la pipa en la mano gritando “… ¡se sienten coño!”. ¡Je, je, je! Con esa edad solo puedo recordarlo con algo de cachondeo, simplemente porque no me enteraba de lo que estaba pasando. Todo aquello quedaba muy lejos de nuestro mundo de juegos e ilusiones. Además, ni Caponata (que ahora que me doy cuenta, vaya mala leche de nombre, nos tenían engañados con que era una gallina y resulta que se trataba de un pollo transexual. A no ser que le pusieran el nombre de un plato italiano de berenjenas rellenas… bueno, no nos liemos) ni Perejil, ni Epi, ni Blas, ni Coco, ni siquiera Gustavo el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo se hicieron eco de la noticia.
Tampoco recuerdo si el día veinticuatro fuimos al colegio, por lo que cuentan los mayores, parece que no. Supongo que aquello lo revivimos todos los de nuestra edad por como nos lo han relatado los demás. Todos alucinamos al ver como un montón de guardias armados entraban en el hemiciclo, pegando voces, tiros y encarándose al Ministro de Defensa, el General Gutiérrez Mellado (eso si que era un ministro, que ni entre tres maromos hubo huevos de echarlo al suelo, ni consiguieron que se escondiera debajo del sillón). Nos extrañamos al ver como una división acorazada enterita tomó las calles de Valencia. Incluso no nos cuadra ver al Rey con una expresión tan seria, ojeras incluidas, saliendo por la tele vestido de militar. Si todo eso ocurriera ahora nos parecería algo salido de otra dimensión. Porque en estos días resulta impensable que las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad del Estado actúen en contra del mismo Estado. Pero, bueno, en eso realmente es en lo que consiste un Golpe ¿no? Gracias a Dios las cosas han cambiado y tenemos una democracia bastante sólida, un poco chapucera en muchos aspectos, pero sólida y parece que resistente.
En mi casa este día lo recordamos igualito que el resto de los españoles a los que, gracias a la intervención del Rey, el Ejército, la Policía y la Guardia Civil (por que fue así, aunque les joda reconocerlo a unos cuantos de esos que, cuando empezaron a olerse lo peor, hicieron las maletas y se plantaron en el Prat o en Sondika a coger un charter a Francia) no les robaron la libertad cuatro retrógrados con ideas pasadas de moda. O sea, lo recordamos con alegría y, siendo realistas, con bastante guasa. Mis padres siempre nos cuentan la anécdota de la noche del Golpe. La escena era así: ambos estaban ya acostados, mientras mi padre dormía a pierna suelta, mi madre estaba con la oreja pegada al altavoz de la vieja radio de casa (un radiocasete National negro, portatil, maravilla de la tecnología de la época). A eso de las tres y pico de la madrugada mi padre se desvela con un ruido de voces de fondo y ve a mi madre, todavía incorporada en la cama, en la misma postura que cuando se acostaron, a esto que le pregunta: “¿Qué haces todavía despierta?” A lo que mi madre le respondió, obviamente, “Pues escuchando las noticias…”. A renglón seguido mi padre vuelve a preguntar: - “¿Cuántas capitanías se han levantado?” - “Solo Valencia” – respondió mi madre. Sin más información mi padre coge la radio y dice: “¡Entonces a dormir! ¡Que aquí no ha pasado nada!”.
Lo más seguro es que a los compañeros de mi padre que aquella noche les tocaba guardia en Campamento Benítez, la noche se les hizo algo más larga, pero, según lo que nos cuenta, allí, de todos, solo hubo un gilipollas que quería tomar la Plaza de la Constitución, uno que no tenía ni voz ni voto y que hoy, con todo lo que ha llovido, seguro que va por ahí diciendo que fue él quien le apuntaba al Rey lo que decir por detrás del tapiz con el escudo de la Casa Real.
En fin, anécdotas para la historia, que hoy, sin duda, tienen más importancia que nunca, ya que con tanto cantamañanas suelto en el patio de la casa de los leones, nunca está de más recordar eso de, que hubiera pasado si los españoles (todos, incluidos los militares) no hubiéramos gritado “Libertad, Democracia y Constitución”. Y que conste que no estoy alentando dar un golpe de Estado ¿eh? Eso es de fascistas, cabezas cuadradas y trogloditas. Pero en política, al igual que en todas las facetas de la vida, el gusto, el saber estar y la moderación deberían marcar la vida de todos. Vamos, que no hay que ser tan gallito, y menos en estos tiempos que con la gripe del pollo en dos días ni se acuerdan de lo que hiciste ayer en el Congreso.

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