La Teoría de Pilón

Todo aquel que me conoce sabe que, físicamente, no me acerco mucho al modelo de Adonis que tanto se lleva hoy día. Soy de estatura media y aunque esté bien formado, lo que más llama la atención sobre un servidor al resto de los mortales es mi delgadez ¿Porqué? Sinceramente, no tengo la más mínima idea.

 En estos últimos años, coincidiendo con mi vida matrimonial y mi traslado a una vivienda un poco más alejada de lo que siempre ha sido mi barrio, lo habitual es que no vea, al menos tan a menudo como antes, a la gente con la que me solía cruzar cuando vivía con mis padres. De modo que cuando tengo alguna mañana libre (las menos por cierto), bajo algún sábado al centro, o tengo cualquier clase de acto social y/o/u religioso en mi parroquia de siempre (Santa María de la Amargura), no es raro que me tope con más de una cara conocida y que me pare a saludar a gente a la que quiero mucho. Pues bien, ya desde hace un tiempo vengo notando que cuando saludo a estos viejos amigos, prácticamente el noventa por ciento de ellos me hace el mismo comentario sobre mi aspecto, la frase es siempre la misma, no cambia ni una coma de una persona a otra… “Tú estás más delgado ¿verdad?”.

 Reconozco que esta frase me ha afectado de diferentes maneras a lo largo de los años. Primero me lo tomaba bien. En mi familia todos los hombres hemos sido delgados, incluso ahora que mi padre y mis tíos tienen unos cuantos kilos de más, se siguen conservando mejor que la mayoría de sus amigos y compañeros. Es genético, no puedo evitarlo. Pero esto fue durante un tiempo, después hubo otra temporada en que empecé a preocuparme, cada vez que alguien me hacía el comentario me faltaba tiempo para encontrar una farmacia y pesarme, porque a mí la hipocondría se me dispara con que estornude tres veces seguidas un día de calor, gracias a eso descubrí que mi peso ideal está justamente en el que tengo, ni más ni menos, en torno a sesenta  kilos, para lo que mido y mi complexión es lo justo.De modo que ahora cada vez que alguien me mira seriamente y, tras examinarme detenidamente, me suelta el diagnóstico del experto en nutrición, yo le digo lo mismo: “No, estoy igual, siempre peso lo mismo, en serio, me peso muy habitualmente y no varía”. Tengo que decir a este respecto que las caras que me ponen ante mi respuesta no es precisamente la de un convencido, pero ya me da igual.

Hará un par de fines de semana tuve que bajar a la parroquia para uno de esos actos, socio-religiosos que he comentado antes, unos amigos se casan pronto y fuimos a ver como se reconocían mutuamente (los dichos les llaman). Obviamente allí había gente a la que hacía meses que no veía, años en algunos casos, de modo que, consecuentemente ya me esperaba la frasecita. Un día tengo que cronometrar cuanto tardan en decírmelo desde que llego a una reunión, en esta no tardaron ni cinco minutos. Tras contestarle igual al chico (una persona genial y que me cae estupendamente todo hay que decirlo), ver su cara de poca convicción y meditarlo un poco, llegué a la conclusión de que, si, bueno yo estoy delgado, pero si todo el mundo me lo dice no es porque cada vez que me ven lo esté más y más, si fuera así no pesaría más de veinte kilos. Entonces la respuesta es la más lógica, sobre todo contando con que mi peso no oscila mucho de la cifra que dije antes. No es que yo esté más delgado que antes, lo que realmente ocurre es que el resto de la gente está mucho más gorda. Cada vez que lo pienso me doy cuenta de que es realmente así, de que tengo razón y de que la gente que me dice eso cada vez, y sobre todo por dejadez, está más cerca del perfil de Pilón, el gordito zampa hamburguesas, que de su amigo Popeye, que si, aunque reconozco que tiene los antebrazos hipertrofiados (Dios sabe de que será) el tipo está fuerte y lo que es más, delgado.

Nota del Autor: Yo estoy delgado por naturaleza y constitución, no defiendo la delgadez como expresión de la belleza. En mi caso no puedo evitar estar así. Mi comparación de la gente que me rodea con un icono de la obesidad no implica que tenga nada en contra de las personas obesas, es un grito en contra de los malos hábitos de alimentación y la falta de actividad de la sociedad actual, que derivan en estos problemas. Si alguien se siente ofendido con mis palabras reciba mis más sinceras disculpas, no lo he dicho en sentido despectivo ni insultante.

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