Flores De Temporada

Reconozco que soy una de las pocas personas a las que le gustó la película “Contact”, basada en una novela de Carl Sagan, el gran autor de ciencia ficción, dirigida por Robert Zemeckis, también muy aficionado a este género (recordad la trilogía de Regreso al Futuro) y protagonizada por la increíble Jodie Foster y el no tan increíble Matthew McConaughey (sinceramente no le va el papel de teólogo aficionado a las mujeres y a la vida pecaminosa, bueno, sólo no le va la parte de teólogo). En esa película, aparece un personaje muy curioso, encarnado por el fantástico John Hurt, un magnate de las comunicaciones, un genio en el ocaso de sus días, que encuentra en la protagonista el medio para alcanzar su meta, que, curiosamente, no es otra que la de que se sepa la verdad, o mejor dicho, que no se oculte. El caso es que, en una de las escenas claves de este film, el señor Hadden le dice una frase a la doctora Arroway que se me quedó grabada y que, por desgracia, hace referencia a un hecho que he podido comprobar que es cierto y se repite en todo el mundo; “La primera norma del gasto gubernamental es, ¿Porqué hacer solo uno si podemos hacer dos por el doble de precio?”.

La realidad de nuestros gobiernos es esa precisamente, aumentar el gasto y no potenciar el ahorro. Parece que los dirigentes de un país tienen miedo a no gastar, tanto que en muchas ocasiones despilfarran y en otras parece que el dinero se volatiliza sin haber generado nada en absoluto. Supongo que todo eso estará bien estudiado y que toda esa política de consumo público está destinada a “mantener contentos” al pueblo. O sea, les hacemos cuatro carreteras, un palacio de congresos, unos cuantos campos de futbol, nos gastamos todo lo que tenemos (o así se lo hacemos creer) y en las próximas elecciones nos recordarán como “los buenos”, los que les hemos puesto bonito el barrio con una capa de pintura barata pagada a precio de mármol de Macael.

De bien es conocida la norma presupuestaria de las entidades públicas. Ya se trate del Ministerio de Transportes o de la Concejalía de Fiestas de la aldea más recóndita, todos funcionan igual, las partidas presupuestarias se aplican según el gasto generado durante el curso anterior, esto es, si en un año una oficina no ha hecho uso de todo el capital que se le ha otorgado mediante presupuesto, esa parte ahorrada se traslada al curso siguiente y el nuevo presupuesto se verá reducido en ese mismo importe. Yo lo veo justo y normal, si ahorras en un año, al año siguiente aplicas ese ahorro. De la misma manera, si un departamento necesita de más aporte económico para cumplir sus objetivos y el presupuesto no le basta, puede pedir una ampliación del mismo, por lo tanto para el siguiente ejercicio su partida se verá incrementada. Ese juego es muy justo, pero muy peligroso al mismo tiempo, porque favorece el gasto superfluo. Y eso, precisamente es lo que se ve en las calles, gasto superfluo.

Para mí los encargados de Parques y Jardines se llevan la palma en lo que a gasto se refiere. Si, lo admito, la ciudad llena de flores es preciosa, pero hacerlo usando las plantas más delicadas y frágiles que se puedan encontrar es, en mi humilde opinión, casi un delito. No se como será en otras ciudades, pero en la mía eso del mantenimiento de los jardines es, bueno, digamos algo mejorable. Ya no existe un gran grupo de funcionarios que se dedican afanosamente a cuidar de la salud de los árboles y plantas, los jardineros del ayuntamiento ya no se manchan las manos de tierra, trabajan cómodamente desde su despacho, dan órdenes y hacen pedidos vía fax o e-mail. Ahora se subcontrata a los que tienen que sudar, así los jefazos de turno se ahorran problemas de contratos, nóminas, bajas y todo lo que lleva aparejado el personal. Consecuencia de externalizar los servicios, bueno, pues los normales, dejadez y falta de motivación, eso por parte de los operarios y por parte de los empresarios es la búsqueda de beneficios, muchas veces a toda costa, con lo que los materiales que se usan no suelen ser los de mejor calidad y el mantenimiento (cosa que se suele pagar y cara) brilla por su ausencia. Por lo tanto y como es normal, las flores acaban marchitándose y las plantas secándose en cuestión de semanas, dos o tres a lo sumo. Por lo tanto, lo que en un principio era todo color y vida, en cuestión de un par de días se convierte en tristeza marrón grisácea, vamos una pena bien grande.

Pero bueno, esto seguirá así, porque como lo que cuenta es lo que se ve y lo que se ve es que el ayuntamiento trabaja y se preocupa porque todo esté bonito, pues a la gente le vale, aunque solo se haga cuatro veces al año.

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