Caballeros del Cyberespacio

No suelo entrar mucho a “Chats”, pero, de vez en cuando, me pica el gusanillo de charlar con algún desconocido de cualquier tema. Lo mejor que tiene esto es la posibilidad que te brinda de poder conocer a gente diferente, con opiniones muy diversas y, además, de diferentes partes del mundo, te abre la mente y la perspectiva de todo. Lo peor, bueno, aparte de que suelen ser un caos, lleno de gente que habla de temas diferentes (la mayoría triviales y/o banales) al mismo tiempo y sin control alguno por parte del moderador, es que siempre, en todas las salas de conversación, hay un tipo que se dedica a incordiar, que va insultando a la gente, que simplemente molesta porque no tiene nada que decir o nada que aportar al resto de la gente y, por extensión, al mundo.

Hará un par de días me apeteció probar otra vez la experiencia, pero esta vez busqué algo diferente. Llevo mucho tiempo sin practicar mi Inglés y, por casualidad (como casi siempre ocurre en Internet), encontré una web en la que ofrecían la posibilidad de practicar ese idioma y, al mismo tiempo, ayudar a gente que estudia Español a mejorar, compartiendo un diálogo amistoso con hispanoparlantes. Bueno, eso era lo que yo pensaba que me iba a encontrar en ese lugar, pero, claro está, olvidé la regla de oro del “chat”: -Siempre hay un idiota que acaba por estropearlo todo- y, por supuesto, el idiota, apareció. Ni cinco minutos de respiro me dió cuando lanzó el primer insulto sin venir a cuento y uno, que ya tiene unos cuantos tiros pegados en esto de las discusiones online, se lo tomó con calma y le aleccionó un poquito, primero enseñándole un par de palabritas nuevas (en Inglés, por supuesto) y despúes tratándole con toda la ironía que Dios me ha dado, que es mucha, de modo que conseguí que el chavalote aumentara el ritmo, la frecuencia y el nivel de los insultos. Otro chico se unió a mí e hicimos frente común y así estuvimos un rato, avisando a la gente que tuviera cuidado con este tipo, que no era lo que parecía y cosas así. Si, un poco de mala leche si que tuve en ese momento, lo reconozco. Bueno, la cosa no llegó a más, un par de frases más y luego a ignorarlo, es muy útil esa opción dentro de los chats, te permiten librarte de la morralla sin problema. Continué cinco minutos más y luego me despedí cortésmente de todos, incluso de este individuo (“Sin rencor” le dije).

Al día siguiente volví a repetir la visita a la misma sala, uno nunca tiene bastante con una única dosis y siempre necesita más. No me refiero a la gresca, sino a esto de conversar en Inglés. Cual no fue mi sorpresa cuando me encontré al mismo tipejo en el mismo sitio, pero esta vez estábamos los dos solos, así que le pillé con la guardia baja y lo dirigí hacia el rincón poco a poco. Primero una disculpa, después un par de correcciones sobre unos comentarios algo desacertados que dijo el día anterior y, para terminar, una retaila sobre la realidad adulterada que, sobre ciertos temas políticos de aquí, sirven en su país (no voy a entrar en detalles, pero tengo que decir que allá por sudamérica no están bien informados acerca de nuestro problema con el terrorismo). Al final, olvidado el mal comienzo, hasta me quedó agradecido por haberle abierto los ojos sobre ese tema. Las cosas como deben ser, ¡si señor! Que un calentón lo tiene cualquiera, si, pero aún no existe problema en el mundo que no se arregle entre Caballeros.

Es curioso, una simple anécdota como esta te hace darte cuenta que la globalización, que la comunidad mundial, que la “alianza de civilizaciones” de mi “querido” presidente del gobierno, está lejos de ser algo más que una anécdota. Si, es verdad que ahora todo se conoce antes, las noticias vuelan, pero pasan por tantos filtros que al final el receptor recibe un triste reflejo de la realidad, una sombra manipulada de lo que ocurre al otro lado del mundo, o al cruzar la calle.

Yo, ayer me acosté más tranquilo al saber que otra persona había conocido, si no la verdad, al menos, otra versión de lo que le habían contado y así podía ser capaz de formarse su propia opinión, no como el resto del mundo que, por desgracia, tan solo obtiene desinformación politizada.

Bueno, sin contar el efecto dominó, ya solo me quedan unos tresmil millones de personas a las que concienciar. ¡Bah! Hay tiempo y soy la persona más paciente del mundo, bueno, digamos que la más paciente que conozco.

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