er dos veces en un mismo día la misma cosa me obliga, por simple curiosidad a investigar sobre ello.
La Historia De Las Cosas, es una web informativa sobre la situación insostenible de nuestro sistema económico y comercial actual, contado de una manera amena y sencilla, simple habría que decir, lo que lo hace fácil de entender y de asimilar.
Todo ha empezado este mediodía, mientras veía "La Sexta Noticias" (cosa que no suelo hacer, ver las noticias) y hablaban de la moda del agua embotellada en España, que ha sido una de las pocas industrias que ha multiplicado sus ventas en estos tiempos de crisis. Dejando de lado el tema de las excentricidades culinarias, por la que se puede llegar a pagar hasta veinte o treinta euros por un litro de agua de iceberg, o de pozos artesianos noruegos, se ponía el ejemplo que el agua que compramos en el supermercado, la pagamos 10,000 veces más cara que lo que nos cuesta la misma cantidad si la sacamos del grifo. En el momento de decir eso, insertaron unas imágenes en blanco y negro de un monigote que pagaba alegremente por un botellín de agua diez mil veces más de lo que realmente vale, pero que no estaría dispuesto a pagar 20,000 $ por un simple sandwich. La comparativa era perfecta. Esta tarde mi amigo Luis Calvo, publicaba en facebook un enlace a ese mismo video, no se si por casualidad o porque vio la misma noticia que yo y sintió más curiosidad (Luis siempre ha sido muy inquieto). El caso es que me hizo entrar y ver, y luego buscar.
Siempre he sido muy sensible a estos temas y cuanto mayor me hago más sensible me vuelvo. Pero además, las ideas que proponen en esta web están muy cercanas a mi forma de pensar de los últimos años. Simplificar, Minimizar, buscar la Sencillez, Reciclar (que no es sólo llevar los plásticos y papeles al contenedor) y reutilizar. Usar los recursos que más a mano tenemos, sin explotarlos, que ni es tan dificil ni tan caro como nos quieren hacer creer. En las últimas décadas nos han ido lavando poco a poco el cerebro para hacernos creer que nuestra felicidad ha de ir asociada a tener más y mejores cosas. Nos hacen comprar casas más grandes y con muchas zonas ajardinadas, piscina y pistas de padel que nunca utilizamos, pero que las pagamos todos los meses. Queremos coches más grandes, más potentes con millones de complementos, que consumen más carburante, que suponen un seguro más caro y un mantenimiento más costoso. Buscamos estar a la última en complementos electrónicos, nos compramos un mp3 que se nos queda pequeño a los cuatro meses, luego un mp4, luego un iPod de 2Gb, después un iPod Touch de 8Gb, que también se queda pequeño y acabamos comprándonos el iPhone, que ya se ha quedado antiguo porque acaban de sacar el iPhone 4 (y yo que me acabo de enterar de que existían ya 3 modelos anteriores de este cacharro). Nuestro ordenador se queda viejo y desactualizado nada más sacarlo de la caja. Nuestra cámara digital ya no hace fotos buenas (en realidad hace las mismas fotos que cuando la compraste, pero las del resto se ven mejor, más claras y tú las quieres iguales).
Con la ropa ocurre lo mismo. Todos los años se saca una tendencia nueva, un color de temporada, unas formas rompedoras, transgresoras que nos hará ser diferentes y exclusivos, pero que luego todo el mundo imita y, al final, acabas por ir vestido igual que el resto. Pero no te has de preocupar por eso, porque en cuestión de un par de meses vendrá una nueva tendencia, con nuevos modelos y otra vez volverás a gastarte dinero en ir "a la última".
Mientras tanto en casa seguimos acumulando más y más trastos viejos. Teléfonos móviles, aparatos de radio, cintas de video y casettes, cables y transformadores (que ya no usamos pero guardamos "por si acaso"). Zapatos que ya no nos ponemos. Pantalones, jerseys, vestidos y camisas que ocupan sitio en el armario. Y cuando ya no nos caben más cosas en casa, los bajamos al trastero. Al gasto acumulado de todas las cosas que compramos durante un año, hay que añadir los 6.000 o 7.000 euros que nos costó el trastero que compramos junto con nuestra vivienda, más los gastos de comunidad, más los impuestos. Y todo para guardar basura. Si, habrá gente que le saque partido a ese cuartito, que cada temporada cambie los abrigos y las mantas por las bermudas y los polos y, además, tenga sitio para guardar un par de bicicletas. Pero la mayoría de la gente lo que mete es basura, o mejor dicho, basura en tránsito, porque al final todo lo que hay ahí acaba siendo pasto de vertedero.
Y todo eso no nos hace más felices, al contrario nos vuelve infelices, porque estamos insatisfechos. Porque no podemos realizarnos como queremos, no perdón, como nos han dicho que debemos realizarnos, esto es, comprando todo lo que nos ofrecen. Y si conseguimos algo, al quedarse viejo tan pronto, la satisfacción que nos da es tan breve que nuestra curva de felicidad vuelve a caer en picado. Hasta que nos fijamos un nuevo objetivo de compra, un nuevo producto que nos hará la vida más fácil y mejor. Y así volvemos a entrar en el círculo Insatisfacción-Obsesión-Compra-Desilusión-Insatisfacción.
Esto tiene solución, pero de eso hablaré más adelante, ahora os invito a que veáis los videos y reflexionéis un poquito.
Con la ropa ocurre lo mismo. Todos los años se saca una tendencia nueva, un color de temporada, unas formas rompedoras, transgresoras que nos hará ser diferentes y exclusivos, pero que luego todo el mundo imita y, al final, acabas por ir vestido igual que el resto. Pero no te has de preocupar por eso, porque en cuestión de un par de meses vendrá una nueva tendencia, con nuevos modelos y otra vez volverás a gastarte dinero en ir "a la última".
Mientras tanto en casa seguimos acumulando más y más trastos viejos. Teléfonos móviles, aparatos de radio, cintas de video y casettes, cables y transformadores (que ya no usamos pero guardamos "por si acaso"). Zapatos que ya no nos ponemos. Pantalones, jerseys, vestidos y camisas que ocupan sitio en el armario. Y cuando ya no nos caben más cosas en casa, los bajamos al trastero. Al gasto acumulado de todas las cosas que compramos durante un año, hay que añadir los 6.000 o 7.000 euros que nos costó el trastero que compramos junto con nuestra vivienda, más los gastos de comunidad, más los impuestos. Y todo para guardar basura. Si, habrá gente que le saque partido a ese cuartito, que cada temporada cambie los abrigos y las mantas por las bermudas y los polos y, además, tenga sitio para guardar un par de bicicletas. Pero la mayoría de la gente lo que mete es basura, o mejor dicho, basura en tránsito, porque al final todo lo que hay ahí acaba siendo pasto de vertedero.
Y todo eso no nos hace más felices, al contrario nos vuelve infelices, porque estamos insatisfechos. Porque no podemos realizarnos como queremos, no perdón, como nos han dicho que debemos realizarnos, esto es, comprando todo lo que nos ofrecen. Y si conseguimos algo, al quedarse viejo tan pronto, la satisfacción que nos da es tan breve que nuestra curva de felicidad vuelve a caer en picado. Hasta que nos fijamos un nuevo objetivo de compra, un nuevo producto que nos hará la vida más fácil y mejor. Y así volvemos a entrar en el círculo Insatisfacción-Obsesión-Compra-Desilusión-Insatisfacción.
Esto tiene solución, pero de eso hablaré más adelante, ahora os invito a que veáis los videos y reflexionéis un poquito.
2 comentarios:
Me gusta lo que escribes. Me parece realmente interesante.Entre más tenemos más queremos...La publicidad juega con eso, con enseñarnos necesidades que no lo son.
Besitos.
Me gusta lo que escribes. Me parece realmente interesante.Entre más tenemos más queremos...La publicidad juega con eso, con enseñarnos necesidades que no lo son.
Besitos.
Publicar un comentario