Sobre Ser Delgado

Ya escribí hace unos años sobre esto, "La Teoria de Pilón" lo llamé, si lo buscáis por aquí echadle un vistazo.

¿Porqué vuelvo a escribir ahora sobre esto? Será porque llevo una semana terrible con mi estómago y eso me acaba pasando factura, en todos los aspectos de mi vida. Eso y que ayer me encontré con un viejo conocido que, para variar me soltó la frase que todos me dicen cuando hace tiempo que no me ven: "Estás muy delgado". Por supuesto, él pesaba como dos veces más que la última vez que lo vi, pero como soy un tipo educado esas cosas me las callo.

Para empezar tengo que hacer una matización, yo no estoy delgado, yo soy delgado, cosa que es muy distinta. El estar delgado es algo que se busca y se quiere, en muchas ocasiones en contra de la propia naturaleza corporal. El ser delgado es algo genético, viene de herencia y, por desgracia en mi caso, no se puede evitar por mucho que lo intente. Como bien explicaba allá por el año 2006 en el post que he citado anteriormente, lo más que yo he llegado a pesar en mi vida han sido sesenta y cinco kilos. Y eso vestido, de modo que realmente no he pesado más de sesenta y tres kilos en toda mi vida. Además, aquello fue durante un periodo muy corto de tiempo, un par de meses de mi penúltimo año de facultad. Cuando no me tenía que preocupar demasiado por la vida y me alimentaba cada noche con bocatas ultra-grasientos y patatas chips. Pero, claro, yo tenía veintipocos, caminaba todos los días casi diez kilómetros y hasta hacía deporte todas las semanas (frontón y gimnasio). Ahora esa distancia la recorro en coche, tengo que pagar una hipoteca, criar a un niño y soy responsable de una empresa medianamente grande. Total, que el nivel de nervios y estrés derivado de ahora no tiene punto de comparación con el de entonces. Ergo, es normal que haya perdido unos kilillos.

Si a todo lo anterior sumamos mi siempre delicado estómago, una dieta para controlar el colesterol (que me ha subido gracias al sedentarismo) y un plan de ejercicios que incluye media hora de marcha diaria y/o un circuito de ejercicios intensivos, al que además he incluido una sesión breve de pesas, el resultado es el que imagináis. He perdido un kilo y medio.

Pero, un kilo y medio no es mucho, diréis. Y razón tenéis. Pero, claro está, con mi cuerpo, bajar tan sólo diez gramos ya se notan. Y sería el equivalente a que una persona con sobrepeso pierda de cinco a diez kilos. Bueno, tal vez esté exagerando, porque físicamente no se nota tanto pero, a mi me lo parece, porque todo el mundo te lo recuerda. Y es que estoy realmente harto de que cada dos por tres mis amigos me suelten la frasecita de turno cada vez que me ven: "Tío, estás muy delgado. Come más, que estás en los huesos. Zámpate un par de bollos todos los días para desayunar". Y cosas por el estilo.

Así que he tomado la determinación de pasar de uno a tres kilos del tema, que son los que debería engordar según la opinión del resto de los mortales. Seguir con mi vida y comer lo que siempre como, verduritas, frutita, infusiones, pasas y nueces. Bueno, en realidad mi dieta es mucho más variada y equilibrada que eso, incluyo carne, pescado, huevos y lácteos aparte de las frutas y verduras. Y no me va demasiado mal. A la vista está. Creo que tan a la vista que a muchos les quema el verme así de estupendo. Y por ello, desde aquí les digo, señores déjense de tanto criticar a aquí un servidor y pongan más de su parte en parecerse a mi. Que los años no perdonan y los kilos que vienen lo hacen para quedarse.

Vamos, que estáis muy gordos. He dicho.

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