15 marzo 2020

Una Nueva Situación

¿Qué decir que no se haya dicho ya sobre la situación que estamos viviendo ahora mismo? 

Pues, lo primero que se me ocurre es, que nos ha pillado a todos fuera de juego. Al gobierno y a los dirigentes autonómicos, los primeros. Siempre tengo la misma sensación cuando ocurre algo importante en este país, esta gente de ahí arriba, siempre llegan tarde. No son capaces de tomar una decisión a tiempo. Van a remolque de sus intereses partidistas. Tienen que consultar hasta con el último mono de la cadena política antes de tomar las riendas del asunto y, cuando dicen lo que hay que hacer, ya van tres pasos por detrás de donde deberían estar. Y aquí estamos otra vez en las mismas. Los nacionalistas e independentistas diciendo que no se me vayan a meter los del gobierno en nuestros asuntos, sólo dennos dinerito, que ya nos ocuparemos nosotros de nuestros enfermos y nuestros virus. Tócate las narices (¡ay, no! Que eso no se puede hacer). Estado de Alarma significa lo que significa y si te tienes que tragar tu orgullo nacionalista para salvar vidas, te lo tragas y dejas entrar a quien sea en tu casa. ¿O es que tienes miedo de que el Estado Español se lleve el mérito de salvar a tu pueblo elegido? Soplagaitas. No lo entiendo, la verdad, no soy capaz de entenderlo.

Tampoco hay una fuente eficaz de información pública para la ciudadanía. A ver, si, aquí tenemos los teléfonos de atención sanitaria, que se colapsaron casi al momento y ahora han tenido que sacarse de la manga una aplicación móvil que, se supone, va a liberar algo de tráfico telefónico. Pero eso no es suficiente. Yo echo de menos un canal de emergencia, tanto de radio como de televisión. Habiendo frecuencias disponibles y cadenas de televisión a punta pala, porqué no se dedica una exclusivamente a dar información a los ciudadanos sobre como actuar ¿qué hacer? ¿Dónde acudir? La información es poder, y tranquiliza si es veraz. En cambio, lo que tenemos ahora es una amalgama de noticiarios sensacionalistas, agoreros de mesa redonda y bulos engordados a base de reenvíos por whatsapp. No sabemos como protegernos. Si, lavarse las manos, toser en el brazo y no tocarse la cara. Contacto humano mínimo y ojo con lo que tocas. Pero, quedan muchas dudas que, por desgracia, acaba respondiéndote la vecina del quinto, que tiene un yerno que trabaja de celador. El caos informativo hecho persona. Al final entiendes como la gente acaba por volverse histérica. 

Lo de la gente, en general, lo puedo entender. En particular ya es otra cosa. Entiendo que a la gran mayoría nos ha entrado el miedo. Tras un bombardeo mediático más eficaz que los ataques con bombas inteligentes de la guerra de Irak, el que no se haya acojonado en estas últimas semanas, o vive aislado del mundo, o es gilipollas directamente. El miedo ha llevado a mucha gente a entrar a mansalva en los supermercados y arrasar, algo que muchos no entendemos, ya que el abastecimiento está asegurado, la producción de alimentos y bienes de primera necesidad sigue su curso normal, pero la histeria colectiva es muy mala y la ignorancia también. Esa ignorancia es también la que ha llevado a mucha gente a comportarse como imbéciles en el día de hoy, tomándose el fin de semana como si fueran unas vacaciones de Semana Santa adelantadas. Mientras una inmensa mayoría nos quedábamos en casa, siguiendo las indicaciones del gobierno, haciendo lo que se debe hacer, comportándonos de manera coherente y solidaria, en muchas partes se ha visto a gente en terrazas de bares (que deberían haber estado cerrados) a vecinos organizando barbacoas con los amigos, a gente haciendo vida normal como si la vida siguiera igual. Idiotas, descerebrados e ignorantes egoistas. Aún no se dan cuenta de la gravedad del asunto. Tenemos la oportunidad de, en sólo quince días, darle la vuelta a esto y ganar la batalla al maldito coronavirus y esta gente se lo toma a guasa. 

Mientras, en los hospitales, la gente lo está pasando muy mal, pacientes, familiares y sanitarios, sobre todo los sanitarios, que están en primera línea del frente, arriesgando su salud para salvar vidas. Para que no nos ocurra como en Italia, donde la situación se ha vuelto tan terrible que, al final hasta los gilipollas (que allí también los hay y muchos, como aquí) se han dado cuenta de lo que tenían que hacer, pero tarde, y sus actos han tenido consecuencias nefastas. Esas actitudes deberían estar penadas con carcel. El saltarse las leyes de emergencia, el poner en peligro la salud pública, el irse a pasar la cuarentena al apartamento de verano o al chalé de la sierra. Eso es un delito gravísimo. Aparte de ser una actitud vergonzosa.

Yo, por mi parte, en lo que a mi y a mi familia respecta, lo tengo muy claro. Seguir a rajatabla lo que diga el gobierno. Por desgracia para mi, soy de los que no se pueden quedar en casa los quince días y este lunes tendré que ir a trabajar, ya veremos como nos las arreglamos los seis compañeros para lidiar con todo esto. Lo haremos lo mejor que podamos y siempre pensando en la seguridad, en la personal y en la de todo el mundo.

Mucha fuerza y mucho ánimo a todos. Saldremos de esta. Seguro.


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