ace unos días, mi amigo Pedro mandó un audio al grupo de "amigos" de whatsapp. Seguro que todos tenemos un grupo así en whatsapp. El caso es que, en quince minutos, se desahogó explicando el momento por el que estaba pasando y, bueno, todos los del grupo le contestamos a nuestra manera. Yo, evidentemente, le escribí un poco.
Pocos días después nos vimos y me dijo que lo publicara aquí. De modo que, aquí va, espero que si alguien más lo lee y está de bajón, le valga para algo.
"Hola a todos y en especial a Pedro.
Yo soy más de escribir que de hablar. Eso ya lo sabéis todos también.
Voy a intentar contestar en casi todo lo que recuerde. Es que han sido muchas cosas. A ti te cunde un montón un cuarto de hora. No quiero imaginar una clase de tres cuartos, eres capaz de acabar un trimestre como no suene el timbre a tiempo. :D
Estás en una época de bajón. Es normal, todos las tenemos. Normalmente vienen por circunstancias que se presentan, por novedades, tanto buenas como malas, que nos sacan de nuestra rutina y nos obliga, aunque en realidad sea sólo mentalmente, a salirnos de nuestra zona de confort. Y nos desubicamos. Pueden ser cambios en el trabajo, como has comentado. Pueden ser cambios en casa. Algo tan (aparentemente) tonto como cambiar de coche. Nos hemos acostumbrado a que sea algo muy normal, siempre hay alguien que cambia de coche en tu entorno, pero, yo lo hago cada doce años o más, no es lo más común que hago en mi vida. Yo me pongo nervioso cuando cojo otro coche, prestado, uno nuevo y mío... ¡buf! Me lo imagino perfectamente.
Eso de dormir mal, inquieto, intranquilo, despertándote a media noche. Lo he vivido. Estar en esa situación fue una de las más desesperantes que he sufrido en los últimos años. Hace años me daban crisis de ansiedad por las noches, pánicos nocturnos y aprendí a controlarlos. Pero, ésta última, mutó, o se disfrazó para que no la conociera y al final me rompió por una taquicardia. Pero, como con todas las cosas que ocurren en tu vida, de ello también aprendí. Me di cuenta de qué era lo que me había llevado a esa situación y, aprendí a reconocer los síntomas que desencadenaron en la taquicardia. Para la próxima ya no me pasará. Tú puedes hacer lo mismo, aprender de lo que te ocurre en este momento bajo, para que no te pase otra vez, o para que la próxima vez sea más leve.
Hay una cosa que haces muy bien cuando te encuentras así. Desde que te conozco lo has hecho siempre, y es buscar apoyo en los demás. Consejo o consuelo, llámalo como quieras, pero siempre nos buscas cuando lo necesitas. Te desahogas hablando, ya sea en persona o como hoy, en diferido. Y eso es bueno. Yo escribo. A veces para mi, a veces para todos. De ahí surgió mi primer blog (que tengo medio abandonado, por las circunstancias de la vida) y también el último (La Vida Lenta) que fue consecuencia de esa última crisis que he comentado antes. Lo que quiero decir es que, al final, todos hacemos lo que necesitamos hacer para sentirnos mejor. Bien subconscientemente, por instinto, por experiencia o por lo que sea, buscamos sentirnos mejor. No para evitar los “problemas” sino porque sabemos que eso nos ayuda a centrarnos y a salir de ellos. Unos salen a caminar, o a correr, o en bici, o se machacan en el gimnasio. Otros leen, o escriben. Los hay quienes se ponen una serie, o una película, o a jugar a videojuegos. Y otros, como tú, hablan. Lo importante es hacer algo con todo eso que te preocupa. Hacer una bola con esa maraña de cosas que pululan por tu cabeza y lanzarla lo más lejos que uno pueda. Lo malo sería dejar todo eso crecer ahí dentro, porque al final, esa bola te acabará comiendo de lo grande que se puede llegar a hacer.
Lo de vernos más. Ese es el eterno problema de vivir en una ciudad. O en dos ciudades (Juanma y Ana) o en tres (Benito y Maripaz) o en cuatro (Luis y Sole). Estamos, a cinco o veinte minutos en coche de cada uno de los que formamos este grupo (gallegos y londinenses no cuentan en esto :). Pero no estamos nunca al mismo tiempo en las mismas circunstancias. Unos trabajamos por las mañanas, otros por las tardes, los niños tienen deberes, o actividades, o nosotros tenemos actividades. Y los fines de semana, si no hay que ir a comprar, tu familia política se las ingenia para abducirte. A mi también me gustaría veros más pero, reconozco que me gusta mucho cuando quedamos porque es más intenso. Los ruralitos, eurovisión o quedar todos cuando vienen Luis, Sole, Benito y Maripaz, se han convertido en grandes acontecimientos de nuestras vidas. Aprendamos a disfrutar esos momentos al máximo y, si entre uno y otro ocurre alguna conjunción astral y podemos quedar, disfrutémoslo también. Pero no nos agobiemos por que no ocurra.
En lo de la familia. Yo soy como tú. Un dejado. Pero la familia te quiere igual, tal vez por eso nos comportemos así con respecto a ella, porque nos lo aguantan todo. Si hay quienes saben como somos, por dentro y por fuera, son ellos. Si te agobia el estar algo distante, ponte una meta, como lo que habéis hecho con lo de los audios de Whatsapp. Cosa que me parece una idea estupenda. Un día, en lugar de un audio, llamas a uno y otro día a otro. Pero, si os va bien así, pues estupendo.
Y no debes sentirte mal por sentirte mal. No te compares con lo que tienen otros. Cada uno tenemos nuestros monstruos. Unos tenemos un monstruo muy grande que lleva toda la vida viviendo con nosotros y otros tenemos un montón de pequeños monstruitos que van creciendo, o multiplicándose, o disminuyendo según la época de nuestra vida. Lo importante es saber controlarlos. Al monstruo grande lo ves venir de lejos y te puedes preparar para lo que trae. A los pequeños hay que ir dándoles palos uno a uno. Como a las tareas. Tal vez deberías pensar en no plantearte cada momento de tu vida como una tarea a terminar, sino como un tiempo para disfrutar de la tarea que estás desarrollando. Pensar en positivo cuando estés haciendo lo que estés haciendo en ese momento.
Cuando comentabas eso de las tareas, me acordaba de lo que decía Margaret Thatcher, ella decía que no había mayor satisfacción en la vida que irse a la cama sabiendo que has terminado todas las tareas que tenías preparadas para ese día. Al final, como bien sabrás, murió sin recordar nada de lo que había hecho en su vida, lo cual nos puede enseñar alguna que otra lección sobre la importancia que les damos a las cosas en nuestras vidas.
Contabas que has parado a tomar un café antes de volver a casa y que pensabas que era lo que ibas a hacer después mientras lo bebías, paso a paso, tarea tras tarea, terminando una para pasar a otra. Tal vez deberías pensar en disfrutar del momento en el que estés tal y como te viene. Esto es lo que los japoneses llaman “Ichi-go Ichi-e”, que significa algo así como “Sólo por esta vez”, o sea, lo que te está ocurriendo en este momento, sólo te va a ocurrir en este momento, por eso debes disfrutarlo tal y como te viene. Puede que las situaciones se repitan de manera similar, pero nunca serán iguales, siempre hay pequeños matices que hacen que el momento no sea igual al que has vivido antes. Ese café que te has tomado en la gasolinera, antes de ponerte a lavar el coche por ejemplo, la próxima vez que estés en esa situación no va a ser igual, disfrútalo, recuéstate en la silla y disfruta con cada sorbo, piensa en lo bueno que está y en lo mucho que te gusta y en nada más. Y lo mismo debes hacer con el resto de cosas de tu vida. Que te surge un problema en el trabajo, piensa en positivo, sabes que serás capaz de resolverlo, estás sobradamente preparado para ello, puedes tardar más o menos tiempo en resolverlo pero, al final, lo harás. Que te enfadas en casa y le hablas mal a María José, no te voy a decir que disfrutes ese momento, pero tampoco te agobies tanto por ello, ni por tanto tiempo. Déjalo atrás rápido, que ya se diluirá en el tiempo por si sólo.
Si hay alguien en este mundo que te conoce mejor que nadie ahora, es ella. Y ella está contigo porque te quiere. Y te quiere con tus virtudes y tus defectos. Admitámoslo Pedro, nuestras mujeres hace ya mucho tiempo que descubrieron que nosotros, de príncipes azules, tenemos más bien poco. Y lo que las hace tan especiales, no es que nos quieran con nuestras virtudes y nuestros defectos, sino que nos quieren, a pesar de ellos. Eres afortunado por tener a María José a tu lado. Todos lo somos de tener a nuestras mujeres. Porque, piénsalo ¿quién sino ellas serían capaces de aguantar a una panda de frikis cuarentones como nosotros? Afortunados no, somos multimillonarios.
Para acabar, que yo también me enrollo a mi manera, te voy a aconsejar otra forma de ver la vida al estilo japonés (estoy muy Zen yo últimamente). “Wabi-sabi”, es un concepto estético pero que se puede aplicar a la forma de ver la vida en general. Consiste en apreciar las cosas, incluyendo sus imperfecciones, ya sean estas producidas de forma natural, accidental, artificialmente o mediante el paso del tiempo. La vida no es perfecta, al igual que las cosas. Y las cosas que se crean perfectas,
con el paso del tiempo acaban con imperfecciones; grietas, muescas, magulladuras, roces... En la vida pasa igual. Esas imperfecciones naturales o por la edad, dan carácter al objeto, llegando a convertirlo en único. En nuestra vida ocurre lo mismo. Ninguno nacemos perfectos y, además, el paso de los años nos produce heridas y marcas que nos convierten en lo que somos. Debemos, no solo aceptar las cosas y la vida como son, con sus defectos, sino también apreciarlas de esa manera, porque así se convierten en únicas.
Todos somos únicos y tú, Pedro, también lo eres."
No hay comentarios:
Publicar un comentario