España: País De Costumbres

¿Que es lo que hace único a un lugar? Supongo que aquello que le hace diferente al resto de lugares, la exclusividad, la originalidad, el exotismo. Si, exotismo, esa palabra que siempre relacionamos con escenarios del lejano oriente pero que tiene un significado más amplio, ¿o acaso no piensan los americanos que una corrida de toros es exótica?

España es, en conjunto un país único, formado por diferentes comunidades, con diferentes costumbres, incluso con un puñado de lenguas locales diferentes, pero todas unidas por un origen y un pasado común (aunque algunos se empeñen en olvidar cuidadosamente ese pequeño detalle). Por separado, las diferentes regiones también son únicas en si mismas. Cada provincia, cada capital, cada municipio tiene su pequeña-gran cultura particular. Desde un plato de comida diferente que el del pueblo de al lado, hasta un baile o la forma de remover las gachas para el desayuno... eso los hace ser originales y, cual marca de identidad grabada a fuego en sus genes, los habitantes de la zona defenderán hasta la muerte que su tierra es la mejor del mundo, aunque, por desgracia, no conozcan otra que la que les ha visto nacer.

Ahora los alcaldes más avispados se han subido al carro de lo que podríamos llamar “Proyección Internacional”. Y buscan cualquier excusa para hacer saber al mundo entero que “Villaconejos de Trabaque” existe (Provincia de Cuenca) y que visitarla puede ser equiparable a hacer un viaje a la España de hace cincuenta años. O promocionar los encierros de “Cabezón de Valderaduey”, que no se si tendrá encierros, pero que también existe (Provincia de Valladolid). De modo que las tradiciones se reinventan, se maquillan, se renuevan y actualizan, o simplemente se copian de otras que han tenido éxito en otro lugar. Algo así es lo que le ha pasado a Buñol, no ha copiado la tradición, al contrario, la ha creado y con tanto acierto que cada año se apunta más gente a su “Tomatina”. ¿Quién iba a decir en el año 1945, que lo que empezó como una pelea terminaría alcanzando nivel de noticia internacional? Televisándose para cientos de países como un acontecimiento único. Reconozco que el espectáculo es digno de ver. Una batalla campal entre miles de personas que se arrojan entre ellos toneladas de tomates. El rojo intenso contrasta con el blanco del pueblo, al menos en un principio, porque al final todo acaba siendo de un color uniforme mezcla de agua, tomates y gente con mucha gana de juerga.

Lejos quedaron, gracias a Dios, las ancestrales costumbres de tirar una cabra desde el campanario, o arrancar la cabeza a un pollo colgado de un cordel (un pollo vivo, claro está, muerto no tendría gracia). Aquello atentaba contra la sensibilidad de cualquier ser humano civilizado, y en pleno siglo XX no se podía permitir tal atrocidad. Así que por los años ochenta empezaron a promulgarse edictos, bandos, normas y leyes que impedían al hombre comportarse como lo que muchos pensaban (y siguen pensando) que se debe comportar un hombre, usease como un bestia. Hubo protestas, hubo peleas, hubo hasta quien se atrevió a desafiar a la ley y se subió con la cabra al campanario. Al final aquellas animaladas (nunca mejor dicho) terminaron por erradicarse y hoy por hoy con los únicos animales que se ceban los cazurros (ya sean estos de pueblo o de ciudad, que el término cazurro es como el de exótico, engloba a una categoría universal de hombre) es con los toros, o con las vaquillas. A los pobres vacunos los sueltan por las calles, les afeitan los cuernos, se los embolan (los cubren con almohadillas), los atan a una estaca en el centro del pueblo o les prenden fuego a las astas. Luego les tiran del rabo, se suben encima, les dan patadas. Aparte está el arte del toreo, del piqueo, del banderilleo y demás. Y todo eso es legal, o sea, seguro que viola todas las leyes Europeas, y mundiales, contra el maltrato animal, pero entra dentro de lo que es tradición taurina Hispano-Franco-Lusa y se permite, de hecho se fomenta desde los ministerios correspondientes.

De modo que, en este sentido, tan sólo queda resignarse y no molestarse mucho por lo que les pase a estos animales. Reconocer que, algunos, tienen su oportunidad de luchar y llevarse por delante a un par de garrulos medio borrachos y, eso si, disfrutar cada año con el encierro alternativo de PETA en los Sanfermines de Pamplona. Que eso no se si valdrá para algo, pero divertido es una barbaridad.

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