La Revolución Francesa

Ahora empiezo a entenderlo. Me ha llevado casi cinco meses, pero creo que si que lo entiendo. Desde Enero hasta ya pasadas las elecciones, las noticias internacionales en el Diario Sur, el que ojeo todas las mañanas, venían encabezadas con las elecciones francesas, con la pugna de poder entre Sarkozy y Royal que, como todos sabemos, se saldó con la victoria del primero.

Siendo sincero (cosa que siempre soy, al menos aquí) envidio a los franceses, no sólo por el increíble país que tienen, tan bien cuidado, casi con mimo, sino también por el sentimiento tan profundo que todo francés tiene por ser francés. Ya puedes hablar con un Bretón, con un Borgoñes, con un Arverno, con un Normando o un Alsaciano, que todos, absolutamente todos estarán orgullosos de lo que representa su país y de haber nacido en esa tierra. Y eso es lo que, con toda la inteligencia del mundo, ha sabido “explotar” el actual Presidente de la República. Toda su campaña electoral estuvo repleta de homenajes al orgullo nacional, a Francia y al ser francés, atacando a la fibra más sensible de todo ciudadano y recordando a todos, oponentes incluidos, que por encima de la política está el país. Los que en su momento tildaron a este hombre de patriotero barato, que sólo buscaba el beneficio electoral con un discurso añejo, se estarán dando de tortas en sus escaños de la oposición, máxime cuando ven que incluso sus mejores hombres y mujeres se están cambiando de bando para subirse al “tren Sarkozy” porque, seguramente, sea el único que tiene paradas en el futuro, no como los demás que llevan años en el andén o en el taller.

No hay noticia que lea sobre este hombre y su gobierno que no me sorprenda. Su visión de una Europa fuerte y unida, una de la que estar orgullosos, la superación de los errores del pasado que han hecho de la idea de Europa algo aburrido para los ciudadanos de a pie. Su concepción de la política como un instrumento para servir al pueblo, a todo el pueblo. Su apertura de compartir el gobierno con gente de todas las ideologías, destacando la valía del individuo por encima de las convicciones políticas, está haciendo que los mejores estadistas del país se unan a sus filas para llevar a buen fin el proyecto de futuro que plantea y que no es otro que Francia.

Si, vuelvo a admitir que envidio a los franceses. Aquí la idea de que un político deje de lado sus convicciones para luchar por el bien del pueblo es casi ciencia-ficción. Si, alguna vez ha ocurrido, pero siempre ha estado relacionado con intereses económicos más que por interés público. Es fácil ver la idea que en España se tiene de servir al pueblo desde las filas de un partido: Luchas internas, pugnas de poder, rencillas, puñaladas traperas. La lista no tiene fin y las nuevas formas de mantenerse en la brecha política por mantener el puesto de trabajo tampoco. ¿Cuántos casos se conocen de alcaldes que cambian de un bando a otro para continuar siendo edil hasta que, agotadas todas las posibilidades, acaba por formar su propio grupo político? Algunos son tan abrumadoramente engreídos que bautizan al partido con su propio nombre. Aquí, lo más parecido a un partido político sin intereses políticos se llama Ciudadanos-Ciutadans, una agrupación que nació en Cataluña en respuesta a las barbaridades que, en defensa del nacionalismo, se están realizando en esa región y que defiende el uso de la política como lo que realmente es, un instrumento de regulación de la sociedad y no uno de manipulación de la misma. Por cierto que ya se está extendiendo a otras comunidades, gracias sobre todo al hastío de un pueblo más que cansado de ver como los cuatro aprovechados de siempre se ceban a costa de su trabajo.

Yo también llevo muchos años harto de ver las estupideces de una clase política anquilosada en el pasado y sin visión de futuro. “Líderes” con mucha verborrea y poco don de acción. Puede que sea por eso por lo que me llama la atención tanto este hombre, a mí y a muchísima más gente, porque ni siquiera Angela Merkel (Canciller Alemana), quienes algunos tildan de la mujer más poderosa de la tierra, tiene tanto eco en las noticias como el pequeño Nicolás. Supongo que el que nace con carisma y sabe aprovecharlo puede poner el mundo a sus pies si aprovecha la oportunidad. Por ahora monsieur Sarkozy lo que ha hecho es echarse a su país a cuestas y, por lo que se ve, eso ha gustado y prueba de ello son los apoyos que está recibiendo de históricos miembros de otros partidos. Estoy prácticamente seguro de que la colaboración entre distintas fuerzas dará como resultado una mejora generalizada en todo el país y en particular de los ciudadanos. Tan sólo confío en que no metan la pata ni demasiado ni demasiado pronto, sería duro ver rotas las ilusiones y esperanzas, antes incluso de poder comprobar si este “experimento” funciona.

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