Del Poder Al Querer

Las grandes corporaciones cada vez se están quedando más expuestas, en lo que a sus prácticas comerciales se refieren, por culpa o mejor dicho gracias a visionarios con fuerza y poder.

Hoy me he encontrado con la feliz noticia que TATA® brinda al mundo. La compañía de automóviles India, acaba de hacer pública la fecha de lanzamiento de su vehículo de bajo coste y ha dejado boquiabiertos y enmudecidos a todos sus competidores. Ya hace cuatro años que el presidente de esta compañía expuso su intención de fabricar un coche, utilizando los materiales y los medios de ensamblaje de ciclomotores y motocicletas, dos de los medios de transportes más utilizados en Asia. Las críticas del resto de constructores del sector de la automoción no se hicieron esperar y, por supuesto el recelo ante un producto que tildaron de baja calidad e inviable por las expectativas de costes de producción que planteaba el presidente de la compañía India.

“Les vamos a hacer tragar sus palabras”. Así de contundente se mostró el presidente de la corporación asiática. Y es que este hombre quería cumplir con su sueño antes de retirarse, fabricar un producto económico y de calidad al que pudieran acceder todos los ciudadanos. Así este señor toma el testigo que en la década de 1930, Pierre Boulanger, Flaminio Bertoni y André Citroën dejaron sobre la idea de fabricar coches para el pueblo, Toute Petite Voiture (Coches Muy Pequeños) les llamaron los franceses. Y de ese espíritu nacieron leyendas como el VW Beetle, el Fiat 500, el Mini o el 2CV. Pensados para un pueblo con enormes necesidades de transporte, pero que no les supusiera esa misma necesidad una carga económica enorme. El concepto es básicamente el mismo, aplicar técnicas de producción ya usadas en la actualidad y materiales de buena calidad pero no por ello caros. Volver al espiritu del coche como herramienta de transporte necesaria y no como bien de lujo que, en el fondo, va a servir para lo mismo.

Se sabe poco del diseño de esta máquina, pero si que montará un motor trasero de 600 cc., El mismo cubicaje que los últimos modelos de Citroën 2CV o los Dyane 6 de la misma marca. Coches que alcanzaban (y alcanzan, constatado por una amiga que aún usa uno) los 140 km/h de punta. Capaces de cargar con cinco personas, circular por todo tipo de superficies y aguantar las condiciones más duras. “Un vehículo económico de adquirir, capaz de transportar a dos campesinos y 100 kilos de mercancía a una velocidad de 60 km/h al mercado, vestidos con zuecos, si fuere necesario, y por caminos pantanosos y no pavimentados. Debe ser posible transportar intacto un canasto con huevos a través de un potrero”. El concepto inicial decía: "4 ruedas bajo un paraguas". Unas bases un tanto anticuadas, solo entendibles en el contexto de aquellos años, pero perfectamente adaptables a nuestro día a día. En un mundo en el que la prioridad de movimiento del personal es una de las bases del motor de la economía capitalista.

El resto de compañías estarán que rechinan y con razón. Una marca de la competencia va a poner en entredicho la “ética comercial” del resto. Pero esto es algo que ya se veía venir. Siempre me ha parecido sobredimensionado el precio que los coches tienen en mi país y supongo que en el resto de Europa. Sobre todo el de los utilitarios, que, salvando excepciones como el Citroën C3 que es más o menos asequible en su versión base, el resto son horriblemente caros para las prestaciones que dan, o, al menos, para lo que yo y la mayoría de personas necesita. Sinceramente, que un Clio valga dos millones al igual que un Corsa, con (con perdón) la mierdecilla de coche que es, me parece el timo del siglo, sobre todo sabiendo que el coste de producción es de casi un diez por ciento del valor, eso en el caso de los coches de gama media, de los que aquí estoy hablando. Si, parece mentira, pero los modelos más populares, Clio, Fiesta, Focus, C3, Corsa, etc… tan sólo cuestan 1.200 € fabricarlos. Luego lo venden por doce mil. Si, curiosamente con las tres o cuatro primeras letras ya está pagado el vehículo, el resto (hasta cubrir costes de transporte, comercio y demás) son beneficios. Por eso algo así les asusta tanto a las megacorporaciones. Que salga a la luz la posibilidad de vender un coche, totalmente equipado por ese precio, delata como explotan al cliente miserablemente. Si nos metemos en el mundo de los repuestos la cosa va igualita, pero ese es otro tema.

Así que, hoy, desde el otro lado del mundo, aplaudo la iniciativa del presidente de TATA®. Espero que el día diez de enero nos quedemos todos gratamente sorprendidos. Yo ya estoy deseando verlo.

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