Los Jueves Negros

Los jueves es el día que comemos en casa de mis suegros. Tenemos establecidos los lunes con mis padres y los jueves con los de Ana, así vemos a toda la familia todas las semanas y los fines de semana los podemos dedicar a nuestras cosas, o sea a lavar la ropa, limpiar la casa, comprar en el Carrefour... ¡Nooo! Es broma, también quedamos con los amigos y nos queda algo de tiempo libre para nosotros.

Durante las comidas se habla de todo, como en cualquier familia, se suelen tratar los temas que han acontecido durante la semana, la noticia del día, las preocupaciones de uno u otro, novedades en las vidas o falta de ellas, trivialidades varias vamos. Desde hace cuatro años el ritual se repite todas las semanas, con pequeñas variaciones de horarios, comidas y gente sentada a la mesa. Y también, desde hace cuatro años todos esos días se repite un tema de conversación, casi fijo y que yo, personalmente detesto. Esto va a parecer mentira, pero podéis preguntar a cualquiera de mi familia política porque es cien por cien real. Todos los jueves, desde noviembre de 2003, cada vez que estamos a mitad de la comida, o bien mi suegro, mi suegra o cualquiera de mis cuñados aprovecha una pausa para empezar con esta frase: “¿Sabéis quien se ha muerto?”. Y efectivamente o ya lo saben o se sorprenden, pero siempre, sin exagerar, siempre se ha muerto alguien entre jueves y jueves. Un conocido, un familiar lejano, un amigo de un amigo y si no ha caído nadie entre las filas del círculo social próximo, se comenta al famoso de turno que nos ha dejado para ir al cielo de los artistas. El caso es que no falte. Y no falta.

Al principio yo no decía nada sobre el tema, en realidad me parecía una casualidad y algo normal el que comentaran eso, como una noticia más. Pero a los tres o cuatro meses le hice el primer comentario a Ana. Pidiéndole discreción porque llevaba poco tiempo en la familia y no quería molestar, le comenté que se fijara en el asunto en cuestión y así lo hizo. Me dió la razón a las tres o cuatro semanas y al siguiente día lo dijo en familia, por supuesto, justo después de que alguien dijera la frase mágica (¿A que no sabéis...?). Creo recordar que al principio dijeron que no, que todas las semanas no hablaban de eso, que no podían comentar siempre eso porque significaría que alguien cercano moría todas las semanas. Yo afirmaba lo contrario y mi mujer me corroboraba ya que ella se había estado percatando de la situación desde mi aviso. La cosa quedó ahí hasta siete días después. Ese día parecía que todos esperaban a ver quien era el primero que soltaba la bomba, los silencios eran más largos (aunque reconozco que hay pocos en esas comidas) hasta que alguien no se pudo contener y lo soltó. Se tuvieron que reír por fuerza y a la semana siguiente también, la tercera ya empezaban a comentarlo como yo, diciendo que si que casualidad, que vaya cosa más extraña. Y así una vez, y otra, y otra y otra más hasta llegar a hoy, que también ha sido jueves y que, por supuesto, había otro muerto a los postres.

Lo gracioso es que ahora cada vez que van a soltar la noticia no empiezan igual que antes, no, ahora han cambiado el: “¿Sabéis quien...?” por un: “Jose, lo siento pero hoy se ha muerto nosequién, o tal o cual amigo, o el vecino del primo del yerno de la compañera de trabajo, o el periquito de Juan Palomo”.

No importa quien, ni como, lo malo es el cuando y siempre cae alguien. De modo que todos quedáis avisados, revisad los frenos, poneos el cinturón, tomaos la tensión, caminad con un ojo mirando al cielo y el otro al suelo, si podéis evitarlo no salgáis de casa, porque nunca se sabe si en la próxima comida del jueves hablarán de tí en casa de mis suegros. ¡Ha, ha, ha, ha, haaaaa!


¡Jope, hasta yo me he asustado!

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