Tenía que tocarle a un famoso. Está claro que en este país hasta que no le sucede algo malo a alguien conocido no se hace nada en absoluto.
Mientras sus amigos y compañeros celebraban ayer, por todo lo alto supongo, la aprobación en el congreso del canon digital que va a gravar los precios de venta de todos los soportes digitales (discos duros, mp3 y similares) con un bonito porcentaje, para, “prevenir” de esta manera el posible mal uso de los mismos, llámese a este mal uso, copia de seguridad, préstamo, difusión o como quieran, pero nunca piratería (ya que ésta implica un lucro). Al humorista, empresario y productor teatral Jose Luis Moreno, le asaltaba una manada de animales encapuchados en su propia casa. Le amenazaron, le vapulearon, le humillaron y finalmente le apalearon por no querer darles las contraseñas de las cajas de seguridad.
Desde que se enteraron las agencias de noticias, cadenas de televisión, radio y prensa en general, no ha dejado de sonar la historia de violencia y, ¿porqué no decirlo?, valentía, porque hay que reconocer que Don Jose Luis le echó un par de narices a estos tipejos y ni con la cabeza abierta se amedrentó. En parte me alegro de que esto haya sucedido, no por que haya ocurrido, eso sería terrible, sino porque parece ser que estas cosas son necesarias para abrir los ojos a los políticos, que son los únicos responsables de que estas cosas ocurran. Si, los únicos y exclusivos responsables. Porque tenemos un grupo de ñoños gobernando y otro igual en la oposición, que son incapaces de ponerse de acuerdo para llevar a cabo una más que necesaria reforma del código penal.
Años lleva la sociedad pidiendo penas más duras para los delitos más terribles, años reclamando que violadores, asesinos, pederastas, maltratadotes, terroristas y basura de la peor calaña, cumplan condenas íntegras o de por vida. Años pidiendo justicia y recibiendo a cambio sentencias casi irrisorias, cual cachetes o capones en un colegio.
Atendiendo a esto, lo que está ocurriendo aquí no es de extrañar en absoluto. En un lugar en el que saltarse las normas sale bastante barato (en comparación con el resto de países), un sitio donde el clima acompaña y las grandes fortunas, no sólo del país sino también del extranjero, se asientan en urbanizaciones que, aunque protegidas con medidas de seguridad, siguen siendo vulnerables, los amigos de lo ajeno (bueno, a estos más que “amigos de lo ajeno” habría que llamarles “adictos” porque actúan peor que "yonkis" en pleno síndrome) ven en España el paraíso del ladrón internacional, porque esa es otra, los que se dedican a esto no son de aquí al lado, no, vienen de fuera. Ex – militares curtidos en guerras balcánicas o antiguas repúblicas soviéticas, bandas organizadas sudamericanas y demás perlas a los que les da igual ocho que ochenta y si encuentran poco dinero en casa son capaces de secuestrar al bebé de la familia para pedir un rescate. Y si los pillan, a ellos “plin”, con suerte les caen cinco años por asalto y agresión y en dos años a régimen abierto. A los más afortunados los deportan a su país, con todos los gastos pagados y allí Dios sabe lo que tardarán en dejarlos libres.
Y líbrele Dios a usted de saber defenderse y llevarse por delante a dos o tres, si estos elementos irrumpen un día en su casa. Si les pega tres tiros o les asesta dos buenas mojadas con el sable del abuelo, mejor que le pillen confesado, al que acabaran enchironando es a usted. Eso de la defensa propia y el allanamiento de morada es para las películas, aquí hay que hacer como los tres monos, no ver, no oír y no hablar. Si se te cuelan cuatro o cinco pasamontañas mientras tú echas la siesta, mejor les das las llaves de la caja fuerte, de la casa, del coche y hasta las del candado del diario de tu niña de siete años. A todo lo que digan tú contestas “Si bwana” y puede que así incluso se vayan contentos.
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