Morir Sin Haber Vivido

M i amiga Sammy, una alicantina "resalá" de veintiún años (de Elche exactamente, creo) tiene un miedo constante a la muerte por el cual es, muchas veces, objeto de bromas por sus amigos. Hace poco, no se exactamente el porqué, me puse a pensar en ello, supongo que algo me ocurriría, o vería o escucharía que me hizo recordar el tema. La cosa es que se me vino a la cabeza esa frase "Morir sin haber vivido", creo que ese es el miedo que realmente puede tener Sammy. Igual me equivoco y cuando lea esto me lo niegue y diga que a ella lo que le aterra es la muerte en sí. Pero, por su forma de ser y la manera que tiene de vivir la vida, creo que no voy muy descaminado.

Sammy lo disfruta todo y le falta tiempo para disfrutar aún más. Siempre está de concierto en concierto, de fiesta en fiesta, de bar en bar. Rodeada de amigos. Haciendo planes, organizando viajes. Cuando quiere estar sola y tranquila siempre le sale un plan y ella, se apunta. Por eso pienso que lo que quiere es vivir al máximo. Hace poco, en una de las charlas que tenemos de vez en cuando, me soltó un "¡Que me quiten lo bailao!" al que no le faltaba razón. Y entonces me di cuenta de que, tal vez, ese sea también mi miedo.

Cuanto mayor me hago, más me da por pensar que no he hecho casi nada en la vida que me haya llenado plenamente (excepto casarme, claro está). Si echo la vista atrás veo una vida bastante monótona, normal, del montón. No he destacado en nada. La discrección ha marcado mis días y, aunque eso no es algo que me disguste, reconozco que a veces me hubiera gustado ser algo, diferente. Mi vida de estudiante pasó con más pena que gloria, tanto por el colegio como por la universidad, sin destacar, y mi vida laboral alcanzó su cenit hace tres años cuando me convertí en gerente. Desde hace siete estoy como el del anuncio de cerveza, de casa a la oficina y de la oficina a casa. Lo más creativo que hago cada día es pensar en nuevas amenazas para que los clientes morosos paguen y, con el tiempo, eso cansa. Necesito hacer algo diferente. El problema es el qué, y el cuándo también. Porque el tener un trabajo estable tiene la ventaja de que te da la posibilidad de permitirte aficiones, pero el horario no te deja practicarlas.

De modo que aquí estoy, en el círculo infinito del quiero y no puedo. Pero algún día cambiaré. No se cuando, ni como, ni en qué... pero lo haré. Algún día ¿No? :)

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