Innecesarios

T res mudanzas en cinco años te enseña dos cosas importantes. La primera, es que para hacer cualquier viaje, ya sea a la vuelta de la esquina o al Nepal, siempre hay que procurar ir lo más ligero posible de equipaje. La segunda, es que los humanos tenemos la terrible tendencia de acumular, da igual lo que sea, el caso es acumular. Y esto último, llegados a un punto, se convierte en un problema grave.

Hace no mucho, antes de que la crisis mundial, la gripe-A y el Alakrana invadieran los telediarios, una de las noticias de moda eran los casos de "Síndrome de Diógenes" que parecían se estaban multiplicando. En una sociedad de la opulencia como ha sido la nuestra en los últimos diez o doce años, no es de extrañar que mucha gente urgara en la basura buscando tesoros. Lo que para unos es desechable para otro puede ser cien por cien aprovechable y útil. Todos hemos dicho eso de "voy a guardar esto, puede que me haga falta alguna vez". Muchos hemos tenido cajones llenos de cables, transformadores, arandelas, clips y cosas por el estilo que luego jamás usamos ni nos sirven, no, miento, si que nos llegan a servir una vez, justo al día siguiente de haber decidido limpiar el cajón de los trastos que nunca usamos.

Todos lo hacemos, no importa nuestra edad, la clase social, el color de nuestra piel, todos acumulamos cosas. Durante más de siete años me he dedicado a lo mismo, alquilar espacio, durante este tiempo he podido comprobar que cuanto más espacio libre me alquilaba una persona, con más trastos acababa llenando ese hueco.El problema surge cuando tiene que abandonar ese espacio para trasladarse a otro sitio, no necesariamente a uno más pequeño. En ese momento es cuando cada uno se ha de enfrentar a la terrible decisión de que quedarse y que desechar. Es duro, sinceramente lo es. Porque hay cosas que guardas durante años, simplemente porque durante un instante de tu vida aquello fue importante. Pero, del mismo modo, el deshacerse de esas cosas tiene un efecto liberador sobre cada persona. Es una especie de puerta que cierras detrás de tí. Un peso que te quitas de encima. Un lastre que sueltas para subir con más facilidad. Es más, todo se queda ordenado y limpito y donde antes había trastos ahora hay un hueco libre para llenar con otras cosas inútiles.¡Je je je!

No, ya en serio. Hoy me ha dado por pensar en esas cosas que todos tenemos y que, por un motivo u otro no nos decidimos a tirar, o a donar (porque siempre hay alguien que de verdad puede necesitarlas). Piensa en zapatos que ya no nos ponemos, en ropa que para nosotros es vieja y lleva años sin salir del armario, en tus viejas gafas de sol, el móvil del año pasado, no se, hay tantas cosas. Es más, ahora que estamos en tiempo de crisis, seguro que los más avispados pueden sacarle algún beneficio a todo eso. Puede que así muchos se animen a hacer limpieza en su trastero y, porqué no, también en sus vidas. Y es que realmente no necesitamos tantas cosas para vivir, para pasar el día a día. La mayoría de las veces lo que tenemos supone más ataduras que libertad. Deberíamos imponernos un día libre de trastos inútiles. Un día sin coche, sin móvil, sin televisión, sin internet, un día desconectados del siglo XXI y vivir como hacíamos hace veinte años, cuando la vida, simplemente, no estaba tan mal.

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