La Merienda
risis aparte, aquí un servidor siempre se ha traído el desayuno al trabajo. Soy de los que hacen cuentas y saben que cuatro euros al día, cinco días a la semana, cuatro semanas al mes y once meses al año, suponen unos novecientos euros. Si a eso sumamos las meriendas, nos plantamos en una cifra cercana a los dos mil euritos, que un servidor se ahorra de la manera más sencilla.
Es verdad que si todo el mundo hiciera lo mismo, los bares perderían mucho, bueno, no se, tal vez se reconvertirían en supermercados o ¿cómo las llaman ahora? Tiendas de conveniencia, si, eso es. Todo es cuestión de adaptarse ¿no?
El caso es que hoy, merendando, me he dado cuenta de que, pese al paso de los años, los cambios en los procesos productivos, las mejoras en los ingredientes y la obligación de incluir algunos aditivos (conservantes sobre todo) el sabor de alguno de los productos de mi infancia no ha variado un ápice. Por eso me siguen gustando y por eso los sigo comprando. Supongo que en eso se basan también las empresas para que sigamos siendo fieles. Conservan, no sólo el sabor, la textura y la calidad de sus productos, sino que mantienen la imagen del mismo. Algo más moderna, pero conservando los patrones de antaño. Incluso cuando sienten la irresistible necesidad de innovar y sacan un nuevo producto, que no es más que otra variante de ellos, siempre hay un hueco en la cubierta para un "Original" o "Clásico" que nos recuerda que siguen ahí. Es un algo que nos ancla a nuestro pasado más feliz y nos hace girar cuando pasamos a su lado por la estantería del supermercado. En mi caso hay veces que no me puedo resistir. Y no me valen imitaciones, ni sucedaneos, ni primos cercanos.
Llegados a este punto, me surge una pregunta ¿Cual es el dulce de vuestra infancia? Ese que todavía existe y cuando os metéis en la boca se os llena la mente de canciones de Parchis, de gags de Gaby y Miliki, de "¡Blas!¿Estás despierto Blas?". Ese que os hace gritar ¡¡Mutación!! Con el brazo en alto y os ponéis a cantar !Comando-G, Comando-G, siempre alerta estaaaa! El que os hace perseguir a los malos junto a Anibal Smith, Fenix, Murdock y M.A. Salvar el mundo con una navaja suiza como McGyver. O reventar Cylones defendiendo la Galactica.
Para mí hay unos cuantos. Tigretón, Bony, Gitanitos, Phoskitos... ¡Mmmmm! Se me hace la boca agua. Pero por encima de todos esos, con diferencia, siempre estarán las galletas Príncipe de Beckelar.
Mañana me comeré unas cuantas más, a vuestra salud. Pero sobre todo a la mía.
Es verdad que si todo el mundo hiciera lo mismo, los bares perderían mucho, bueno, no se, tal vez se reconvertirían en supermercados o ¿cómo las llaman ahora? Tiendas de conveniencia, si, eso es. Todo es cuestión de adaptarse ¿no?
El caso es que hoy, merendando, me he dado cuenta de que, pese al paso de los años, los cambios en los procesos productivos, las mejoras en los ingredientes y la obligación de incluir algunos aditivos (conservantes sobre todo) el sabor de alguno de los productos de mi infancia no ha variado un ápice. Por eso me siguen gustando y por eso los sigo comprando. Supongo que en eso se basan también las empresas para que sigamos siendo fieles. Conservan, no sólo el sabor, la textura y la calidad de sus productos, sino que mantienen la imagen del mismo. Algo más moderna, pero conservando los patrones de antaño. Incluso cuando sienten la irresistible necesidad de innovar y sacan un nuevo producto, que no es más que otra variante de ellos, siempre hay un hueco en la cubierta para un "Original" o "Clásico" que nos recuerda que siguen ahí. Es un algo que nos ancla a nuestro pasado más feliz y nos hace girar cuando pasamos a su lado por la estantería del supermercado. En mi caso hay veces que no me puedo resistir. Y no me valen imitaciones, ni sucedaneos, ni primos cercanos.
Llegados a este punto, me surge una pregunta ¿Cual es el dulce de vuestra infancia? Ese que todavía existe y cuando os metéis en la boca se os llena la mente de canciones de Parchis, de gags de Gaby y Miliki, de "¡Blas!¿Estás despierto Blas?". Ese que os hace gritar ¡¡Mutación!! Con el brazo en alto y os ponéis a cantar !Comando-G, Comando-G, siempre alerta estaaaa! El que os hace perseguir a los malos junto a Anibal Smith, Fenix, Murdock y M.A. Salvar el mundo con una navaja suiza como McGyver. O reventar Cylones defendiendo la Galactica.
Para mí hay unos cuantos. Tigretón, Bony, Gitanitos, Phoskitos... ¡Mmmmm! Se me hace la boca agua. Pero por encima de todos esos, con diferencia, siempre estarán las galletas Príncipe de Beckelar.
Mañana me comeré unas cuantas más, a vuestra salud. Pero sobre todo a la mía.
Comentarios
Para mí siempre ha sido mi debilidad el donut (de pequeña el de chocolate y ya en el insi el normal). El bollicao entró en mi vida gracias a los cromos que traía de "toy dormío", "toy contento". Los phoskitos me encantaban, pero tenían dos pegas: eran muy pequeños y el cromo siempre se quedaba pegado al chocolate,buaaggg.
Pero el trono se queda para la fabulosa palmera de chocolate!!!! Bien de bollería industrial o de la pastelería de toda la vida. Jooo, qué hambre!!
Mil besos y que te aproveche :)
Sin duda, para mí el rey de la bollería nostálgica es el Pantera Rosa, que aún me doy el gusto de tomar de vez en cuando, salvo que para mi desgracia me encuentre a dieta.
PD: Viva el bocadillo liado en papel de aluminio. ¡No al despilfarro en bares y cafeterías!
Y los Donuts son también increíbles. Esos si que no han cambiado de sabor. Y que se quiten los Dunkin y la madre que los parió. Palmeras de Chocolate las que hacían en Eco-Dulces. Enormes ¿qué digo enormes? Gigantes. Con un hojaldre compacto que se deshacía en la boca. Una cobertura de chocolate negro espectacular. Y cubierta de azúcar por la parte de abajo. ¡Que lástima que cerraran esa cadena!
Si, otra vez tengo hambre.
Qué rico post, me encantó!
Besos José.