Ya Estamos Otra Vez

os años, puede que más tiempo atrás, me publicaron una carta en el Diario Sur, al respecto de una iniciativa de Izquierda Unida en el ayuntamiento de la capital de La Costa del Sol. Por aquel entonces, cuando el paro y la pobreza no eran la principal preocupación de los "servidores públicos" ya que España iba bien, estos señores propusieron el cambio de denominación del Hospital Universitario Carlos Haya. Aquel día comenté la tremenda estupidez que me parecía aquella idea y hoy la reitero. Gracias a Dios (o al Alcalde, o al Consejero, o al Delegado, o quien terciara en el asunto) la cosa quedó ahí, en una simple propuesta.

Hoy me despierto con una noticia parecida. Parecidísima. Tanto que me da la sensación de haber regresado al pasado. Los mismos señores de entonces quieren hoy cambiar el nombre a las calles de media ciudad. Empezando por Eugenio Gross, una de las principales vías de la capital y terminando por Dios sabe que placita, glorieta o mojón del camino, al que la historia haya bautizado con un nombre que no les guste.

Y es que sigo sin entender que manía tienen en este grupito de eliminar de un plumazo la historia de nuestro país, no lo entiendo. Si lo importante de la historia es que la gente la conozca, la comprenda y la entienda. Y en las calles es donde ha de estar, para que el pueblo recuerde. Y así no repita errores. Tratar de maquillarla, cambiando nombres, datos y fechas, es negar al pueblo la verdad. La ley de memoria histórica (tan polémica como siempre) ha de ir en dos sentidos y no servir para que unos pocos aprovechen para fastidiar a muchos. Porque (otra vez me repito respecto a la brillante idea del hospital) un cambio de denominación supone un enorme gasto para la gente de la calle y las entidades públicas. Sólo hay que pensar en cambios de escrituras de propiedades (pisos, locales, aparcamientos) escrituras de constitución de sociedades, razones sociales, señalizaciones, placas de calles, señales urbanas de tráfico y demás. Cambios que suponen dinero, dinero de todos, el particular de cada uno y el público de todos los ciudadanos. Y, señores y señoras, no estamos precisamente en una época para gastar dinero, menos de manera superflua e inútil.

Personalmente yo me opongo a esto (como es evidente). Por motivos económicos ya que resido en la Avenida Carlos Haya y el cambio afectaría directamente a mi bolsillo y por motivos sentimentales, porque nací y viví durante treinta años en la Calle General Sanjurjo. He crecido junto a las calles Eugenio Gross, Capitán Marcos García, Capitán Huelín, etc... y fastidiaría mucho a mi "memoria histórica personal" que liquidaran esas calles de mis recuerdos. Para mí son las calles de mi niñez, de mi juventud y las que me vieron hacerme un hombre y a las que sigo volviendo con orgullo y emoción. Y no se vaya a creer que por haber nacido allí, rodeado de tantan influencia histórica franquista y falangista (influencia que jamás he notado en treinta años, fíjese usted que cosa más rara) aquí el que escribe tenga tendencia a levantar el brazo y cantar. Nada más lejos de la realidad. Lo que me ocurre es que la estupidez me revuelve las tripas. Y más cuando viene de los que tienen que arreglar las cosas importantes de esta ciudad.

Señores, el dinero está para tapar baches, limpiar alcantarillas, adecentar fachadas e iluminar las calles (sea cual sea su nombre). Para que no se nos caiga a cachos esta ciudad nuestra o la mierda no nos llegue hasta las orejas. Todo lo demás son tonterías. Así que hagannos un favor, la próxima vez que tengan una de estas ideas suyas, por favor, recapaciten antes de soltarlas a bocajarro. Y acéptenme un consejo, cuando la situación es de paz, tranquilidad y buena convivencia: "Rebus sic stantibus" y no mareen la perdiz, por favor. Que los ciudadanos de a pie estamos ya cansaditos.