"Al Mal Tiempo...

Buena cara" Porque estamos en primavera, y sólo por eso, me he propuesto dedicar las próximas publicaciones a hablar de cosas alegres, felices, divertidas y amenas. Porque ya estamos todos un poco cansados del invierno de fríos, lluvias y nieves que, aunque tenga que ser así, no estamos acostumbrados a tanta crudeza porque, a fin de cuentas, somos mediterraneos y no llevamos bien esto de tiritar día si y día también...

El día veinticinco de marzo escribí el párrafo de ahí arriba, desde entonces he sido incapaz de escribir nada más. Bloqueo creativo total. Hacía mucho que no me ocurría. Pero esta vez he sido yo el que se lo ha buscado. Porque hay que tener ganas de negar la realidad, con la que está cayendo. Y el mundo no ayuda. Que si inundaciones, que si terremotos, que si volcanes, que si accidentes aereos, que si niñas desaparecidas (y, desgraciadamente, encontradas), que si atracos con violencia, que si violencia de género, que si juez Garzón si, que si juez Garzón no. Está claro que esta primavera de bonita va a tener poco, poquito. A no ser que sigamos mi consejo de "la vida en una burbuja" y nos aislemos del mundo, así cuando explote no nos enteraremos, o nos pillará desprevenidos en nuestra ignorancia voluntaria.

Si, por lo que se ve este año la astenia primaveral me ha sentado un poco mal y tengo los niveles de negatividad en cotas altísimas. Pero, es que no lo puedo remediar, cada vez que escucho algo o leo un artículo resulta que no es para esperanzar sino para todo lo contrario. Lo último que llegó a mis manos fue lo de la cena de los cuatro o cinco capullos multimillonarios (o multimillonarios capullos, que el orden de los factores, ya se sabe) en Nueva York para planear un ataque contra la moneda única europea. Aburridos de regodearse en la opulencia y deleitarse con todos los placeres de la vida, a estos tipejos, se les ocurre lanzar un ataque para desestabilizar las economás europeas y ganar dinero con el mal de muchos. Han empezado con los griegos y nos llegará el turno. Porque estos, como alimañas que son, van primero a por el más débil de la manada y van uno a uno hasta acabar con todos, no hay que olvidar que somos la S de los PIIGS (Portugal, Ireland, Italy, Greece y Spain) y, por lo tanto, objetivo principal. Pero no de ahí viene mi cabreo. No porque nos vayan a meter mano cuatro o cinco tiburones de Wall Street. Lo que me revienta es que exista gente así, ansiosos por demostrar su poder. Capaces de desestabilizar gobiernos, casi por puro capricho o para demostrar, simplemente, que pueden. Sabedores de que juegan no sólo con números sino con la vida y el futuro de millones, de miles de millones de personas, reales, de carne y hueso. Mientras que ellos son sólo cuatro miserables e indeseables que se acuestan cada noche orgullosos de saberse poderosos y se levantan maquinando una nueva maldad que les hagan más asquerosamente ricos.

De lo que se cuece en nuestro patio, preferiría no hablar. Más por vergüenza que por otra cosa. Sencillamente porque estoy harto, hartísimo de que los políticos, todos sin excepción, sean incapaces de hacer bien su trabajo y la única forma que tienen de mantenerse en sus escaños sea removiendo huesos en tumbas y fosas. Mentando a sus muertos (o ciscándose en los de los otros). Reavivando fantasmas y azuzando rencillas. Siguen usando la Guerra Civil como si del comodín del público se tratara y lo peor es que la gente se suma y se simpatiza. ¿Estamos locos o qué? ¿No bastaron los más de setecientosmil (700.000) muertos de la guerra y posguerra? ¿Seguimos sedientos de sangre y lágrimas? Yo, personalmente no entiendo la actitud de los políticos, me da asco que sigan sacando rédito de las atrocidades de ambos bandos. Pero aún más aquellos que los jalean y vitorean cuando se dan gustosos los baños de masas. Esos jóvenes sectarios, cachorros de la hipocresía que han mamado desde las filas de juventudes y generaciones bilis y hiel, hechos a base de jirones del pasado y adoctrinados con mantras de directivas del partido. Lejos de abrir las mentes hormigonadas de sus antecesores, se atrincheran tras de ellos a tirar piedras contra los tejados de los vecinos. Claro que, es comprensible esta actitud, dale a cualquier treintañero un sueldo de concejal, senador o diputado, se come hasta las piedras si las pintan del color adecuado.

Si, definitivamente esta primavera me tiene un poco alterado.

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