¿E pa qué?

La palabra del día hoy es "Envidia", de la sana (si es que existe de ese tipo).

Los miércoles no suelo acostarme demasiado tarde. No suele haber nada interesante en televisión, si, se que hubo futbol, europeo y con equipo español ganando (que no es poco) pero me he enterado hoy y me da igual, nunca me ha ido el balompie ni los deportes televisados en general (Excepto mi Tour de France, que no hay mejor documental de viajes sobre Francia que ese, siempre lo he dicho). Pero ese día fue diferente. Nos enganchamos a "Comando Actualidad". No me van demasiado esos programas, ya he comentado alguna que otra vez que me suelen cansar bastante eso de que se ceben en la desgracia ajena y usen siempre las mismas artimañas para, primero, colarse en la casa de cualquier hijo de vecino que se cruce en su camino y, segundo, hacerle llorar recordandole la vida tan triste que lleva (aunque hasta ese momento el pobre ingenuo no lo supiera). En este programa en concreto las dos coletillas del oficio les obliga a, preguntar cuanto gana a todo aquel que caiga en sus redes y, esto es lo que más me revienta, abrirles el frigorífico a todo el mundo. Mi sorpresa del pasado día fue que no hicieron nada de eso, en ninguno de los dos capítulos que retransmitieron.

El primero que vi se llamaba "Por sus casas los conoceréis" y me gustó mucho. Trataba de enseñar a gente que vivían en típicas casas españolas. Un Pazo, un Caserío, una Masía, una Corrala... Todos simpatiquísimos oye, daba igual que estuvieran en lo más profundo de Euskadi que en lo más alto del Ampurdán, toda la gente era maravillosa, amable y abierta. Contenta de su modo de vida, aún con las "limitaciones" e "incomodidades" que les pudiera acarrear vivir lejos de un gran núcleo urbano. El segundo me gustó aún más. "Vivo en el paraíso" se titulaba y realmente hacía honor a su nombre. La cosa iba de gente que vivía en lugares donde otros sueñan con vivir. El Parque Nacional de Doñana, el pueblo de Bulnes, La Plaza Mayor de Madrid, hasta en la mismísima Catedral de Burgos, donde compartimos jornada con uno de los sacristanes.

El lugar que más me gustó fue la Isla de Ons, en pleno parque natural de las Islas Atlánticas, en la costa gallega. Unas quince personas residen allí de manera permanente. Todos felices de saberse auténticos privilegiados y, en cierto modo, envidiados por el resto del mundo. Un lugar libre de coches, de humos, de ruidos y agobios. Uno de esos sitios con ritmo propio, pausado y tranquilo, donde los hombres y mujeres son los que marcan las horas y no el reloj el que rige la vida. Que necesitan verdura, la recogen del huerto, que hoy quieren carne, van a corral o al establo, que les apetece pescado o marisco, van a su despensa marina, echan unas redes, unas cañas o unas jaulas y ahí lo tienen todo. Esa gente si que es inmensamente rica, y además lo saben y lo disfrutan todos los días. A la inteligente pregunta del reportero "¿aquí se mueve mucho dinero en metálico?" uno de los habitantes de la isla contestó con un rotundo y sincero "¿e pa que?".

Al final, resulta que no es del todo cierto eso que dicen de que "No es rico quien más tiene, sino quien menos necesita", en realidad rico es aquel que es feliz con lo que tiene y con lo que es.

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