12 mayo 2010

En El Ojo Ajeno

E s curioso, como en los últimos años he demostrado más interés por el resultado de elecciones de otros países que del mío propio. Francia, Estados Unidos y ahora Reino Unido. Aunque El Pequeño Nicolás me ha defraudado, después de todas las esperanzas que tenía puestas en él (bueno, no tantas, pero hay que dramatizar, que eso vende mucho, si no pregúntenle a la Esteban) Obama y ahora Cameron y Clegg me tienen ilusionado de saber que en el mundo pueden existir políticos capaces de, en el caso del presidente de U.S.A., darlo todo a favor de las políticas sociales, sacando adelante leyes que igualen a todos los ciudadanos de un país. Y en el caso de los británicos, ver como dos partidos de diferente ideología se pueden llegar a poner de acuerdo a fin de luchar juntos contra la adversidad y afrontar los nuevos y duros retos que el mundo está viviendo hoy día.

Cierto es que, ahora mismo, lo del acuerdo entre Liberal Demócratas y Conservadores en la Gran Bretaña, suena a "tú me rascas la espalda y yo te la rasco a ti". Pero ¿qué mejor oportunidad de demostrar al mundo que la política está hecha para atender las necesidades del pueblo? De todo el pueblo y no sólo de unos pocos. Sólo espero que la sepan aprovechar y den ejemplo al resto del mundo, sobre todo a países como el nuestro, en el que no importan lo mal que vayan las cosas, los políticos siempre pierden el tiempo poniéndose a parir unos a otros. Aunque, en este sentido he perdido ya completamente la esperanza, los españoles no somos de seguir ejemplos ni de escarmentar en cabezas ajenas. Símplemente seguiremos aguantando el chaparrón. Con lo que nos ha tocado.

Luego ves a todos los enchaquetados de las cortes, con cara de mosqueo y sacando pecho en plan "aquí me rebota todo lo que digáis", el día en que se publican las encuentas del CIS, esas en las que se valoran a los políticos, las mismas en las que ninguno aprueba. Como niños a los que se les ha regañado sin motivo. ¿Es que acaso no lo ven? Si el vapuleo fuese algo excepcional y por un motivo concreto e injusto se podría entender su enfado. Pero es que todos los años es lo mismo. No falla. ¿Por qué no lo admiten? ¿Por qué no se dan cuenta de la mala, malísima imagen que dan? Todos, porque hasta el mejor queda por debajo del cinco. Y que no me digan que eso es la mala leche que tenemos en el país (que la tenemos, mucha y muy mala). Todo esto se lo han ganado a pulso. Por malas gestiones y abusos. Por corrupción y despotismo. Por ostentación y altivez. Pero sobre todo, por falta de sensibilidad hacia el pueblo. Porque todos deberían ser como el presidente de Cantabria y dejarse de medias tintas de una vez por todas. Ser coherente con lo que representa tu cargo. Defender la austeridad de las instituciones empezando por uno mismo. Ni malgastar, ni despilfarrar el dinero de todos. Invertir en calidad de vida, cosa que traera trabajo a todos y mejores condiciones para todo el mundo. Pero eso sigue siendo fijarse en lo bueno que hace otro, que piensa diferente (aunque lo haga mejor que nadie) y aquí todo el mundo siempre ha pensado que es más y mejor que nadie.

De modo que, mientras la máxima siga siendo, primero yo, después yo y lo que quede que se lo repartan entre los que vienen detrás, las cosas no van a cambiar mucho. Claro que, no confío en que las cosas vayan a cambiar demasiado, al menos no a mejor.

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