Lo Malo Conocido

Manolete es mi viejo Opel Corsa del año 94 que todavía sigue dando guerra (y la que le queda, aunque creo que ya poca). Al pobre le arrugó la parte izquierda un ciclomotor de los grandes, hace un par de meses, en una rotonda, y el viernes pasado, por fin, ya lo dejé en el taller para que me lo pusieran guapo, y le revisaran una fuga de refrigerante, que casi me quedo sin coche por un calentón.

El caso es que mientras tanto me han dejado un "vehículo de sustitución" que lo llaman ahora. Vamos, otro coche. Más nuevo, más grande, y mejor. Lo habré cogido tres veces, y no me acostumbro a él. Demasiado coche para mi. Es un Ford Focus, de hace unos tres años, cinco puertas, TDCi. Un bicho según dice la gente, pero a mi no me gusta. Tengo que hacer demasiadas maniobras para sacarlo del parking. Decían que los coches diesel no se calaban, !Ja! El que no se cala es el mío, este se viene abajo si no le pego un acelerón de mil pares en primera.

Esta mañana se me ha parado dos veces en mitad de la rampa del aparcamiento de casa (¡plob, plob, plob¡ Y allá que va Jose cuesta abajo, dos veces). Me han caído cuatro gotitas en el parabrisas y al pasar las escobillas me han ensuciado más el cristal, así que he buscado por todas partes los aspersores de líquido y, cuando lo encuentro y pulso el botón !zzzzuuuummmm!, obviamente, estaban vacíos. Se me ha encendido la luz de la gasolina (me lo dieron con lo justo para llegar a casa, normal y lógico) y cuando he ido a repostar me ha pasado de todo. Treinta euros de Diesel le digo a la chica. Pago, me voy al surtidor, cojo la pistola, abro el depósito y resulta que tiene la tapa rota, guay, primer punto. Vuelvo a dejar la manguera. Busco los guantes de plástico y me pongo uno para abrir la tapa como puedo. Lo consigo y noto que me mancho de gasoil la mano ¿cómo es posible? Miro y me cuento seis dedos en lugar de cinco, el sexto era de plástico, el guante tenía un agujero y por ahí fui a meter el corazón, segundo punto. Coloco la tapa rota sobre el alerón trasero del coche, lo mancho de combustible. Vuelvo a por la manguera, la acerco al vehículo la introduzco por la abertura y aprieto el gatillo. No funciona. La chica empieza a mirarme con cara rara desde la caja, le hago señas de que no funciona y me indica que esa no era la manguera, sino la otra, la del Gasoleo A, yo había cogido el combustible pijo, ya llevo tres puntos, o cuatro, he perdido la cuenta. Me voy al coche, quito el freno de mano y empujo un poco, la otra manga apenas llegaba, pues esta que está más lejos seguro que ni se acerca. Vuelvo al depósito manguera en mano y diligente, tiro y me acuerdo de los ingenieros que diseñaron los tramos demasiado cortos, vuelvo a dejar la pistolita, suelto de nuevo el freno, empujo otra vez, tomo la manguera y me llega justa al depósito, así que la tengo que colocar bocabajo, me vuelca el resto de combustible del que repostó antes que yo sobre la carrocería y casi sobre mis zapatos. Introduzco la boquilla, lleno el depósito, cierro con la tapa rota, coloco la segunda parte de la tapa (que no sirve para nada, pero como está ahí), busco una toalla de papel, no la encuentro. Me subo al coche con las manos llenas de gasoil, y mancho todo lo que toco, palanca y volante incluídos. Vamos un show.

Supongo que poco a poco iré acostumbrándome al mamotreto este, pero ya estoy deseando que me devuelvan mi viejo cacharro. Que estará algo destartalado, pero me muevo con él como si fuera una parte de mi cuerpo. Los coches grandes, para los que necesiten viajar mucho, o para los acomplejados.

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