Mi Nueva Orbea Bakio

A
quel que sea un poco entendido en bicicletas me dirá que el título de este post es, cuando menos, algo imposible. Más que nada porque Orbea dejó de fabricar su modelo Bakio hace más de treinta años, por lo tanto, tendrían razón en la inexactitud del título. Pero, en realidad si que tengo una Orbea Bakio y, para mi, está como nueva.

A finales de 2009 publiqué una especie de lista de propósitos de año nuevo en el que se incluía uno en concreto, restaurar una vieja bicicleta que Paco (mi jefe de mantenimiento) me había conseguido. Como todos los propósitos de año nuevo, no lo cumplí, eso es algo intrínseco en esta clase de auto-proposiciones y, en mi caso, no iba a ser la excepción. Pero, tengo que decir a mi favor, que si que estuve trabajando durante todo el año 2010 en la bicicleta, que estaba así como vais a ver en las fotos.

Un poquito abandonada es ser muy generoso. Sucia, polvorienta, oxidada y grasienta. El sillín destrozado, a las ruedas no se les veía el cromado de óxido que tenían. Las cámaras rotas. Los neumáticos cuarteados. Los frenos se enganchaban. La cadena y el cambio llenos de mugre. No se cuantos años llevaría olvidada en uno de nuestros almacenes hasta que un cliente decidió deshacerse de ella tras una limpieza, pero, tuvo suerte de caer en mis manos.

Durante todo el año, cada vez que tenía cinco minutos medio tranquilos o necesitaba despejar mi mente de problemas e inquietudes, cogía mi Dremmel y me ponía a quitar las capas de óxido y suciedad que cubrían a la pobre bicicleta. Un año entero he tardado en dejarla lista para pintar y lo hice el mes pasado. El resultado final ha sido este. Creo que ha merecido la pena.

Al mas puro estilo de las bicicletas europeas clásicas. Pintura negra lisa. Neumáticos bicolores, negros y beige. Sillín Brooks Flyer y cinta de piel Brooks para el manillar. Conserva todos los elementos originales de la Orbea, como los pedales Notario, los frenos Olimpic, el cambio Simplex de tres marchas y el característico timbre con el trébol de cuatro hojas grabado. Está limpia y engrasada y va como la seda. No es porque lo haya hecho yo, pero me ha quedado fantástica.

Y es que siempre me gustó hacer esto, reparar cosas antiguas y útiles, lo llevo en la sangre, lo tengo en los genes, porque mi abuelo Manuel era igual de inquieto con estas cosas, y mi tío Manolo, su hijo igualito que su padre.

Ahora sólo me queda terminar unos detallitos (está al 95% de acabado) y soltarme con ella. Porque hacía años que no cogía una bici y, aunque es verdad que nunca se olvida, yo nunca he sido un Perico Delgado sobre dos ruedas, así que me queda mucho todavía para coger práctica y, todo hay que decirlo, alguna que otra caída antes de lanzarme al carril bici. Al menos, si me doy un morrazo, lo haré con estilo subido a mi bici nueva.

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