Equivocado

Todo está equivocado en este sistema que rige nuestros destinos. Y no hablo del sistema democrático de risa este que tenemos por aquí, no. Ni del sistema de Autonomías, tan eficiente que hasta nos obliga a cerrar hospitales. Tampoco del sistema financiero, que tantas alegrías nos lleva dando en los últimos años (¡Juas, juas, juas! Me troncho). Yo hablo del sistema comercial. Pero no del sistema comercial internacional, comunitario o así, no, el del día a día, el de la calle, el de la pequeña y mediana empresa.

El concepto, la forma de trabajar, la idea de sacar beneficio de donde no se debe y de jugar con lo que no se tiene, no es correcta. Estamos acostumbrados a ella, pero no por eso ha de ser ni buena, ni adecuada. También hemos pasado años tirando a cabras de campanarios y no estaba bien ¿verdad? Aunque algunos sigan pensando que si que lo estaba.

La pequeña y mediana empresa se ha habituado a trabajar con las rentas futuras. Esto es, hacer negocio con dinero que no es suyo, sino prestado por las entidades financieras (tu amigo el banco) a un interés muy bueno (sobre todo para tu amigo el banco). También se ha acostumbrado a hacer negocio con algo muy peligroso, el dinero de otros. Por ejemplo, el dinero que aún no se ha cobrado de operaciones a crédito ya que se juega con dinero que aún no se tiene, bien sea cediendo una parte al banco por el adelanto del cobro, o bien (esto es más arriesgado aún) se cierran operaciones con proveedores poniendo como aval un "posible" y "aseguradísimo" cobro futuro de un cliente "fiabilísimo". En ninguno de los casos veo un buen negocio, el segundo, sobre todo, augura un horizonte muy negro. El problema es que muchas empresas viven así. Malviven habría que decir, porque ni siquiera sobreviven, ya que esta práctica está avocada al fracaso.

Atrasar pagos es también una práctica común en los negocios de nuestro tiempo. Las líneas de crédito y/o las prácticas abusivas de algunas grandes empresas, corporaciones y, sobre todo, administraciones públicas, están llevando a la quiebra a muchísimos emprendedores. Retrasar pagos a treinta, sesenta, noventa o más días, es una sentencia de muerte para el empresario. Sobre todo, porque los días no se cuentan desde que se factura, sino desde que se emite la carta de pago, con lo que el tiempo de cobro se duplica habitualmente, alargándose incluso hasta cerca de seis meses en muchas ocasiones. Más tiempo si hablamos de tratos con la adminstración, ayuntamientos sobre todo, en estos casos la sentencia de la empresa es de muerte por asfixia.

Por esto digo que está todo equivocado. Que hemos llegado a un punto en el que, para emprender una aventura, para montar un negocio, para crear una empresa, tienes que entramparte hasta las cejas y entrar en este absurdo juego del pedir para pagar y luego pedir para pagar lo pedido. Y así, tazita a tazita, se te va montando una bola de mil pares, que es imposible de detener y acaba por aplastar los sueños de ser tu propio jefe en menos de seis meses.

Toda esta retahila contra el endeudamiento y sus virtudes, viene al caso de un comentario que el director gerente de la empresa para la que trabajo me hizo el otro día. A tenor de una reparación de urgencia que tuvimos que hacer por un accidente (un cliente se llevó por delante el portón de entrada al recinto) me llamó por teléfono y la conversación fue así:

- Tuuuuu, tuuuuu, tuuuuu
- ¿Hola?
- Hola José, esta semana estoy yo solo en la oficina.
- Buenos días Gerónimo (los nombres están cambiados para no revelar identidades) es que necesito una copia de la factura de la reparación del portón. La debe de tener Rosaura en el expediente del parte al seguro. O Javier en su mesa, porque la envié en la liquidación del 31.
- Bueno, como yo se prácticamente donde está todo en la oficina (¡Pfffff! Perdón, que me da la risa floja) luego me paso por allí y te la mando, ahora es que estoy en la otra oficina (No recordaba yo que la oficina de los jefes estuviera en medio de la calle, por el ruido aquello parecía una feria).
De todas formas, a ver si me aclaro. Esto es de un accidente que tuvimos hace dos semanas ¿no?
- Exacto
- Que nosotros ya hemos reparado y hemos pagado.
- Así es
- Y ahora el seguro nos tiene que reembolsar la cantidad que hemos abonado por la reparación.
- Correcto
- De todas formas "¡Qué buenos pagadores somos siempre!"

¡Agárrate los machos! Pues claro que somos buenos pagadores. Debemos serlo para que los proveedores nos atiendan bien y rápido. Además, podemos serlo y tenemos la obligación para demostrar que esta empresa tiene un prestigio y todavía genera confianza, aunque él casi haya dilapidado el buen nombre con sus prácticas de gestión. Claro que, entiendo la forma de pensar de este hombre, simplemente hay que decir que antes de trabajar aquí, venía de la banca. Con eso lo explicas todo.

En estos tiempos oscuros para las empresas que estamos viviendo, no estaría mal echar la vista atrás y recuperar la vieja práctica del pago al contado y en efectivo. Eliminando intermediarios. Ahorrándonos millones de euros en comisiones. Los que cobran estarán más contentos y los que pagan más tranquilos. Y los bancos tendrían que basar su negocio en la buena gestión de sus inversiones y no en el riesgo de sus préstamos. Se que es dificil. Se que el cambio llevaría tiempo. Pero no me digan que es imposible, porque en el mundo de los negocios pocas cosas lo son, y aún menos si ya se han hecho antes. ¿O no?


Comentarios

Pedro ha dicho que…
Genial como siempre, caballero. Añadiría que eso no lo hacen solo las empresas, sino también los particulares. También los curritos de a pie nos hemos endeudado porque "me renovarán el contrato", "a mi empresa siempre le irá bien", "aprobaré las oposiciones sí o sí, y si no seguiré de interino" y claro... con la inestimable ayuda de los bancos que corrían a nuestro encuentro para prestarnos sin garantías, así nos ha ido a más de uno y más de dos.

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