No Tenemos Voluntad

Dos de los accesorios imprescindibles dentro de la bolsa que llevo a diario a todas partes, aparte del móvil, llaves y demás, son una pluma y un cuaderno de notas Moleskine©. Cuando me regalaron esta libretita, hace unos dos años más o menos, la primera cosa que escribí en él fue esto: 

"A nuestra generación se la recordará como a aquella que pudiendo hacer todo para salvar el mundo, se quedó cruzada de brazos viendo como sus mayores lo destrozaban todo".

Hoy, trece de diciembre de dos mil once, estas palabras me las ha ratificado el Ministro de Medio Ambiente de Canadá, al anunciar que su país abandona el Protocolo de Kyoto, alegando que, en estos tiempos de crisis, les va a ser imposible afrontar los retos que se han propuesto y, por tanto, incumplirían los acuerdos adoptados, con lo que acabarían siendo sancionados con unas multas multimillonarias, que no podrán pagar. Menudos cachondos son estos canadienses. Como voy a contaminar por cojones, que me borren la firma del papel para que no me casquen un multón de mil pares. Ojalá todos pudiéramos hacer lo mismo. Decir digo donde dije Diego e irnos de rositas, eso si, dando la cara o, lo que es lo mismo, con toda la cara del mundo.

Mi pregunta ahora es, ¿cuantos más se subirán al carro de los de la hoja de arce? Porque seguro que hay más. Un país como Canadá, no hace estas cosas sin saber que le van a respaldar otros países, seguro que tan grandes como ellos, no descartaría a algún que otro miembro de la Commonwealth y de los grandes, Australia tal vez, puede que hasta Reino Unido, que últimamente está en plan "dejadme sólo, que yo puedo con todos". China, por lo pronto, ya ha dicho que la postura de los canadienses les parece muy mal. ¡Hay que tocarse las narices con China! Siendo el segundo país más contaminante del planeta, por detrás de los yanquis, habiendo vetado todas y cada una de las decisiones importantes en las reuniones internacionales del Protocolo de Kyoto, sin dar su brazo a torcer por miedo a perder el terrorífico ritmo de crecimiento industrial que ha tomado desde hace mas de una década, ahora va y se pone en plan defensor, cuando los primeros que no han querido que esto saliera adelante han sido ellos, desde el primer día.

Mi segunda cuestión es, ¿qué vamos a hacer nosotros? Porque hasta ahora no hemos hecho nada. Y cuando hablo de nosotros no me refiero a España como nación, como Estado, como Gobierno, no. Yo hablo de nosotros, de los ciudadanos, de las familias, de los padres que no queremos que nuestros hijos sigan respirando la misma porquería de aire que llevamos metiéndonos en los pulmones nosotros desde los años setenta. ¿Vamos a salir a la calle a protestar? ¿Haremos otra sentada, otra acampada, otra manifestación masiva y multitudinaria en protesta del incumplimiento reiterado de los acuerdos que nos harían vivir mejor? 

En realidad, no se porqué me hago esta segunda cuestión, cuando ya conozco la respuesta. No haremos nada, porque nos han aleccionado, educado y criado en la creencia de que nuestra opinión no vale un pimiento y, lo peor de todo, es que nos lo hemos creído tanto, nos ha calado tanto el mensaje, que no moveremos un dedo. Nos apoltronaremos en nuestro sofá, delante del televisor, viendo como el parte meteorológico nos vuelve a decir que mañana tendremos, otra vez, temperaturas primaverales, en pleno mes de diciembre. Y nos quedaremos tan panchos, echándole la culpa a ese fantasma llamado "cambio climático" que hace que granice en agosto, diluvie en octubre y nos asemos en enero. Sin querer ver, aunque sabiéndolo perfectamente, que todo esto va a más por nuestra pereza, nuestra desidia y nuestra complicidad al mirar hacia otro lado.

Hay que hacer algo. Yo quiero hacer algo. Pero que alguien me diga el que. ¡Por favor!

Comentarios

Entradas populares