"Arrascando"

Sábado de compras y tiendas en un centro comercial. Aprovecho para cortarme el pelo, que bien falta que me hace y, mientras espero, me da tiempo a ojear la prensa local. Las dos primeras páginas nada más, pero suficiente para darme cuenta de algo que está pasando en estos tiempos con las instituciones públicas.

Tiempos de vacas flacas, suponen recortes (de esto sabe bastante San Mariano). Pero recortar demasiado implica una consecuencia natural, que se pierde calidad en los servicios. Lo curioso es que la calidad se pierde porque el recorte se produce en última instancia y no en primera, que es donde se genera el mayor volumen de gasto. Me explico, sin en lugar de ahorrar contratando a la empresa que te cobra menos para hacerte un trabajo, pagaras menos al personal que tienes contratado para que busque quien te puede hacer ese trabajo bien hecho,  podrías dar un precio justo a quien te va a ofrecer un trabajo profesional. Pero no, aquí lo que ocurre es que nadie de "los de arriba" quiere perder su cuota de beneficio, su trozo del pastel, su cacho, su tajada, emolumentos varios por rascarse la barriga (u otra cosa).

Consecuencia lógica de esto, es lo que está ocurriendo en todos los ayuntamientos, concretamente en el de mi ciudad. Vuelvo al primer párrafo para hacer referencia a la noticia concreta. La Plaza de Pío XII es un precioso lugar ubicado en uno de los barrios "humildes" de Málaga. Zona de gente trabajadora. Con edificios de hace cincuenta años. Es una plaza con soportales, algo muy poco corriente en esta ciudad, a la que corona en su parte alta la Iglesia Parroquia de San Jose Obrero. Un enorme edificio de mediados del siglo XX, frente al cual hay unos coquetos jardines que le dan al lugar una apariencia tranquila y agradable (recomiendo darse un paseo por Google Maps y usar el StreetView para verla). El caso es que, hará cosa de una semana, el Excmo. Ayto. de Málaga, más bien el "Area de Medio Ambiente", sección de parques y jardines, mandó una cuadrilla de "matarifes botánicos" a hacer trabajos de limpieza y mantenimiento y, una de dos, o los tipos pusieron demasiado empeño en su labor o no tienen ni pajolera idea de lo que significa podar un árbol. Los han talado, tajado a mala leche, cortado sus ramas principales desde el nacimiento. Y esto a dos semanas de su máxima floración. Una auténtica salvajada.

La cosa está más que clara. Todo esto pasa por querer gastarse dos duros en un trabajo de cien. Por pagar a empresas que no saben lo que hacen. Que contratan personal sin conocimiento, sin experiencia y que lo único que saben de jardinería es un curso de motosierra de dos horas que les han dado antes de salir por la mañana. Si se hubiese contratado a un profesional esto no hubiera ocurrido. Un jardinero experto sabe que es lo que hay que quitar de un árbol, si es que hay que quitar. Sabe que sobra y que falta para que el año que viene un ejemplar de treinta o cuarenta años esté aún más vivo y fuerte. Sabe hacer su trabajo y no una barbarie como lo que se ha hecho en ese lugar. Pero, claro está, un trabajo profesional hay que pagarlo y, con lo que tenemos ahora, eso es algo impensable. De modo que se contrata a lo más bajo de lo más bajo, que a su vez subcontrata al primo del amigo del vecino del quinto, que no es jardinero, pero que tiene muy bonitos los geráneos del balcón, y así nos va.

Por desgracia, esto es sólo un ejemplo de todo lo que lleva pasando en este país desde hace años. Que por ahorrar, hasta el último subcontratado subcontrata para sacar beneficio de la miseria que le van a pagar a ciento ochenta días vista y, el que ya no puede contratar a otro porque es imposible, hace el trabajo gastando lo mínimo, comprando materiales de mierda y poniendo personal no cualificado ni para abrir un yogurt.

Consecuencia, sólo hay que mirar a la calle para ver la consecuencia.

Artículo original de La Opinión de Málaga


Comentarios

Entradas populares