os niveles de ridículo de este país al que todavía llamamos España parece que no tengan límite. El último gran disparate nacional viene, ¿cómo no?, de la mano de nuestro queridísimo gobierno y, evidentemente, patrocinada por sus amigos y benefactores.
Este asunto ya lleva bastante tiempo fraguándose en los despachos y es bien conocido por el mundillo de las nuevas energías, las renovables. Esto, que no dejaba de ser un temita de andar por casa, que afectaba sólo a los cuatro hippies que querían vivir apartados del mundo, ha tomado dimensiones internacionales de la noche a la mañana gracias a un chavalín de Canadá llamado Elon Musk, un visionario, empresario, emprendedor, inventor y desde hace unos años multimillonario gracias a su empresa basada en productos eléctricos, TESLA. Conocida en el mundo entero por sus vehículos FE (Full Electric) de alta gama, se lanzó hace pocos meses a la aplicación doméstica de sus baterías, las mismas que hacen que sus coches puedan rodar trescientos kilómetros sin recargar, pero adaptadas al hogar, algo que muchos habían pensado antes, pero que nadie se había atrevido a aplicar, principalmente porque la tecnología todavía no había llegado al punto de hacer viable la acumulación de energía para su posterior uso, con un tamaño reducido. El señor Musk lo ha conseguido con su Tesla Powerwall, un acumulador de electricidad, con un tamaño no mayor que el de una televisión de 40'' y que, combinado con paneles fotovoltáicos, puede dar autonomía a cualquier tipo de vivienda.
Autonomía, esa es la palabra clave. E Independencia, esa es la otra palabra clave y que tanto miedo da a los productores de energía eléctrica. Porque, admitámoslo, la producción de electricidad en España es un monopolio repartido entre tres o cuatro y auspiciado por el gobierno central, con ayuda de las autonomías. Y, mientras hasta ahora la generación eléctrica requería de grandes obras e inversiones, soportables únicamente por macroempresas o uniones de estas, con participación del Estado, resulta que, ahora cualquier ciudadano con una inversión mínima es capaz de producir su propia energía. Esto, que ya lleva unos años en marcha con la tecnología fotovoltáica y los aerogeneradores, se implementa con la posibilidad de acumular el sobrante de energía para utilizarlo más adelante, bien por las noches o bien cuando la climatología no sea favorable. Cosa que hasta ahora no era posible y que se solucionaba volcando el sobrante eléctrico de cada productor/consumidor en la red eléctrica general, no dando otra posibilidad al ciudadano que seguir enganchado a los proveedores tradicionales.
Con esta solución de Tesla, las reglas del juego cambian por completo y prácticamente cualquiera puede desengancharse de la red, cortar el cable y empezar a ahorrar desde el primer segundo. Se acabaron las facturas indescifrables, los cargos desmesurados por excesos de consumo, los picos de sobretensión y los cortes eléctricos. La energía que produces tú mismo es limpia, estable, segura y "gratis". ¿Gratis? Si, bueno, gratuito, de balde. Pagarás la inversión inicial, la instalación y algo de mantenimiento anual. Pero compensará, en un año o dos la tendrás amortizada con lo que te habrás ahorrado de pagar a tu compañía eléctrica habitual.
Esta es la idea que va a revolucionar el mundo del consumo/producción eléctrico a partir de ya, porque Tesla tiene previsto empezar a comercializar este mismo verano. El camino va a ir en ese sentido. En EE.UU. y Canadá lo tienen más que claro, al igual que en Japón. Pero aquí ha ocurrido lo que en ninguna otra parte del mundo.
¿Qué se ha hecho en España al respecto? Bueno, como aquí somos como somos y nos gobiernan quienes nos gobiernan, la primera respuesta ha sido prohibir por ley la comercialización de la Tesla Powerwall. No intentéis buscarla, están prohibidas, proscritas. Después, o puede que antes, aquí me pierdo un poco, se va a aprobar una ley que "regula" la producción de electricidad para el autoconsumo. Esto es, se va a penalizar a todo aquel que quiera ser energéticamente autónomo, libre, independiente y eficiente. Primero con un impuesto y luego con multas que pueden llegar a la friolera de sesenta millones de euros (¡60.000.000 €!). Es vergonzoso que se equipare esto, que realmente nadie en su sano juicio puede ver como un delito, con actos como la contaminación por residuos radioactivos (vergonzoso no, ridículo, de risa).
¿Cómo se explica esta medida? Pues se basa en la futura e inminente pérdida de poder de las empresas generadoras de energía eléctrica. El principio del fin de su monopolio. La debacle anunciada de un sistema insostenible por mucho más tiempo. Que va a intentar mantenerse a toda costa utilizando todas sus armas, que son, en el caso de nuestro país, las políticas, conseguidas a base de amiguismos, favores y contraprestaciones. Personalizadas en la figura del "Consejero". Así queda claro como tantos Ex-Presidentes, Ex-Vicepresidentes, Ex-Ministros y Ex Altos Cargos de comunidades autónomas, acaben presidiendo y/o contratados como consejeros de estas grandes corporaciones. De otra forma no se entendería.
Y yo comprendo su miedo. El de las eléctricas digo. Sólo hay que mirar hacia Japón para ver lo que puede sucederles si aquí se empieza a hacer lo mismo que están haciendo ellos. Desde el desastre de Fukushima, los japoneses se dieron cuenta de lo equivocadísimo que era basar su generación eléctrica en la energía nuclear. A fecha de hoy han cerrado todas las centrales nucleares del país. Han obligado por ley a que todas las nuevas edificaciones sean autosuficientes, mediante generación fotovoltaica, combinadas con células de hidrógeno y, para las construcciones ya existentes, subvencionan las nuevas instalaciones. Los japoneses, que no tienen un pelo de tonto, se han sumado corriendo a esta nueva formula lo que ha derivado en dos consecuencias. Una, las empresas del sector de generación de energía renovable ha disparado su produccion y facturación (industria y servicios asociados) que ha superado con creces las (consecuencia número dos) pérdidas que han sufrido de manera instantanea y estrepitosa las eléctricas tradicionales. Beneficios para Japón de este cambio tan drástico. Dejan de depender de la energía nuclear, sucia, contaminante, costosa y, sobre todo, peligrosa. Y pasan a ser potencia mundial en energía renovables, liderando el mercado con más futuro de los próximos, casi seguro, cien años.
Mientras tanto, en Españistán, nuestros gobernantes, nos obligarán a seguir encadenados al viejo sistema. Pensando sólo en el beneficio de unos pocos amigos suyos. Mientras que, nosotros los españoles, acomplejados, amancebados y aborregados desde que a Viriato le dieron matarile (allá por el año 139 a.C.) dejaremos que nos sigan sangrando cada dos meses, a razón de 0.15 € el kw/h. Y esto, por ley. Tócate los cataplines.
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