irginia. Esta vez el tiroteo ha sido en Virginia. Estado del Sur de los EE.UU. Uno de tantos, del cual no nos habríamos enterado nunca, de no ser por la repercusión que ha tenido el que el asesino grabó el crimen, cual si de un videojuego en "primera persona" se tratase, utilizando la técnica del POV (Point of View) y que, con toda la sangre fría del mundo, lo publicara en twitter. Convirtiéndose en "trending topic" mundial en cuestión de segundos.
Las redes hicieron el resto. El boca a boca digital. La morbosidad que mueve al mundo. Y en menos que canta un gallo, ¡zas!, aparece en la primera noticia del diario digital que más consulto (Diario Sur). Reseña al canto y enlace al video completo, sin cortes, sin censura, tan sólo con un aviso a navegantes en mayúsculas, cual invitación a que la curiosidad te haga picar.
Esto ocurrió ayer, y yo vi la noticia a eso de las once y media o doce, aproximadamente a la misma hora a la que estoy escribiendo. Y hoy, en la ampliación del día siguiente, con más detalles y justificaciones a la conducta de ese demente, aún se puede ver el video. Ayer me negué a verlo, hoy tampoco lo he hecho, y tengo la intención de no verlo jamás. Aunque estuve tentado, tengo que admitirlo. Pero recapacité un poco y me dije: "no tengo necesidad de ver esto".
Porque esto es auténtica pornografía y no la gente que sale ofreciendo sexo en las esquinas de dos de cada tres páginas que visitas al día. Esto es terrible, horrible, obsceno hasta los más altos niveles y no debería de estar circulando libremente y menos en un medio tan al alcance de cualquiera, niños incluidos. Atenta contra la sensibilidad de cualquier persona, no sólo de las más "inocentes" y habría que eliminarlo de las redes, al igual que de las televisiones, que seguro que también lo habrán difundido (pongo la mano en el fuego). Cosas así no deberían soltarse tan a la ligera, aunque siempre se hayan hecho.
Allá a donde alcanzan mis recuerdos tengo grabadas en mi mente imágenes de violencia que un niño no debería ver. Los cuerpos desmembrados de la guerra de trincheras en la que terminó el conflicto entre Irán e Iraq tal vez fueran las primeras imágenes brutales que vieron mis aún inocentes ojos, pero a esas siguieron muchas más. El atentado de la casa cuartel de Vic. Las masacres de Ruanda. El coche bomba a Irene Villa y su madre. Los francotiradores de Sarajevo. El fusilamiento de Chauchescu. Las Torres Gemelas. El 11M. Charlie Hebdo. Las decapitaciones islamistas. Y ahora esto. El penúltimo pasen y vean de la barbarie humana. Y vendrán más.
No estoy en contra de los servicios de noticias, no se confunda nadie, pero no me parece adecuado soltar las cosas a bocajarro. Ahí lo llevas, lo ves si quieres y si no te tapas los ojos o los oídos, mi misión es informar. Si ¿pero de qué manera? Porque parece que ya todo vale. Y que ya nadie filtra, suaviza o avisa. Ya sabemos que el hombre es malo por naturaleza y que el mundo es un lugar terrible, no hace falta que me lo cuentes cada cinco minutos, porque ya llevo en él cuarenta y dos años y no ha cambiado mucho desde los años setenta. Tal vez antes eran algo más educados y miraban más las formas. Ahora parece que todo se limita a una carrera al sprint, a ver quien suelta primero la noticia. Sin contrastar, sin verificar, sin revisar... "ya lo habrá hecho alguien antes" que dirá el redactor jefe de turno. Si, el becario de youtube le habrá puesto una carita triste antes de dejar que se extendiera por el mundo como una mancha de tinta en un papel de cocina. ¡Hay que joderse!
A veces me quejo de que, desde que Lucas nació, apenas veo las noticias y en casa ya casi sólo se ven dibujos animados, a partir de hoy creo que me voy a quejar menos.
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