Con La Música A Otra Parte

Músicos ¿Quién no adora a los músicos? Esas almas libres, tocadas por la gracia de Euterpe, protegidos bajo el manto de Santa Cecilia. Rebeldes sin causa, amantes de los placeres mundanos. Vividores y disfrutones, adoradores de Baco.

¿Quién no adora a los músicos?... Pues miren, yo mismo. Si, yo. Porque los músicos son seres idolatrados, genios endiosados y divos ensalzados hasta que los tratas de tú a tú. Y, en las distancias cortas, salvo contadas excepciones en las que se juntan buenas maneras con el don de saber estar, el resto son una panda de crápulas, trasnochados, engreídos y egoístas.

Tras más de quince años trabajando muy cerca de ellos, me he dado cuenta de que si, en la viña del rock de todo hay, pero sobre todo hay mucho pasota y caradura. Gente que, no quiere problemas, pero que no les importa si el problema lo crean ellos. Gente que sabe mucho de derechos e injusticias, pero  que cuando son ellos los que incumplen, aquí no ha pasado nada. Y, sobre todo, gente a la que no se le puede afear la conducta, aunque ya se la hayas afeado antes por el mismo motivo porque, ¡por Dios!, que injusta es la vida con los músicos, que no les dejamos hacer nada.

Todo esto viene a colación de algo que me ha ocurrido hoy en el trabajo. Justo una semana después de apercibir a un cliente por dejar tres coches mal aparcados en una de las calles del recinto, bloqueando el paso de los camiones de reparto que pasan por allí a diario, durante dos días y dos noches, sin avisar ni, por supuesto, pedir permiso. Justito una semana después, me encuentro con los mismos coches en el mismo sitio, generando el mismo problema. Pero, esta vez me ha tocado en mi turno y, como responsable que soy del tinglado, he ido a hablar con los culpables para que quitaran de inmediato los vehículos de allí. Cuatro rockeros tolluditos, superando todos los cuarenta, que resulta que, no solo no han pedido disculpas sino que encima han empezado a protestar. Sacando leyes de donde no las hay y poniendo excusas sin sentido y, sobre todo, sin razón (que si aquí no pone que no se debe aparcar, que si ahí enfrente hay otros dos coches, que porqué molesta el mío, que donde lo pongo entonces). A ver, listos, que sois unos listos. Veintiocho años lleva la empresa abierta y en el mismo sitio, ni las calles se han cambiado ni las naves han crecido, si en estos casi treinta años, nadie, absolutamente nadie ha aparcado donde vosotros dejáis los coches ¿porqué creéis que es? ¿porque vosotros sois más listos que los más de quince mil clientes que han pasado por allí antes que vosotros? Pues me parece a mi que no, que los listos no sois vosotros o, tal vez si que lo sois, demasiado listos.

Y es que esto es así. En el país del "culo veo, culo quiero", no se debe dejar un resquicio a los oportunistas porque, en menos que canta un gallo, ya tienes el problema creado. Han bastado dos días  de malos usos de estos perlas para que, siguiendo su genial idea, otros dos clientes aparquen en la misma linea. Corriendo he ido a cortar el asunto de raíz porque, conociendo el percal, me estaba oliendo que más gente iba a seguir la estela de los tontos. Porque tontos son, como una catedral de grande ya que, en el recinto disponemos de una zona de aparcamiento bien hermosa, con sitios libres a todas las horas y que, para más INRI, le cuesta a la empresa una pasta todos los años en impuestos municipales.

Hoy, por desgracia para el gremio musical, me ha tocado tener gresca con cuatro "aporreaguitarras", pero bien podrían haber sido electricistas, ascensoristas o bibliotecarios. En este país, cuatro tontos que se juntan pueden tener las ideas "más geniales" de la historia en cuestión de segundos. Y defenderlas a capa y espada, reclamando derechos y justicia para todos (sobre todo para ellos). Aunque semejantes ideas sean tan torpes y estúpidas como sus creadores.

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