acía ya tiempo que quería tener una bicicleta y lo conseguí hace unos años, cuando restauré la vieja Orbea Bakio que me regalaron en el trabajo pero, esa bici es tan grande que en casa estorba bastante, con lo que tan solo la traigo de vez en cuando para cogerla algún fin de semana, muy esporádicamente. Este es un proceso algo incómodo, que acaba quitándome las ganas y, al final, acabo por no montar, solo por evitar trasladar las bicis en el coche y subirlas hasta casa (dos pisos de escaleras, pasillos estrechos...) un incordio.
La solución la encontré hará un mes y pico. Me compré una Brompton. Para los que no estén muy familiarizados con el mundo de la bicicleta, les diré que esta es la marca de bicicletas plegables más prestigiosa que existe. Hechas a mano en una factoría de Londres. Desde su fundación en 1975, no ha parado de crecer, convirtiéndose en el modelo a seguir por todos los fabricantes de bicicletas plegables, un referente. Ocupa poco espacio, es relativamente ligera, muy cómoda y extraordinariamente versátil y maniobrable para circular por ciudad. Algo cara, si, pero merece la pena.
Normalmente salgo a montar un par de veces por semana, cuando mis obligaciones me lo permiten. Circulo principalmente por carriles bici y por aceras amplias y poco transitadas. A veces me sale el espíritu aventurero y tomo alguna calle por la que no he pasado nunca pero, rara vez me salgo de la misma ruta. El poco tiempo que llevo utilizando la bici, me ha hecho darme cuenta de un par de cosas sobre los ciclistas, los conductores, los peatones y las infraestructuras.
Los peatones son, por norma general, cuidadosos y respetuosos. Hay de todo, como es normal, y te puedes encontrar a gente caminando por el carril bici como si aquello fuera la acera pero, al menos por la zona que suelo frecuentar, son muy pocos. Incluso, cuando tomo algún camino alternativo y tengo que circular por aceras, éstos, suelen dejarte paso, gesto al que respondo con un "gracias" ya que no tienen porqué hacerlo. Yo, en estos casos, voy muy despacio, manteniendo la distancia con ellos, sin agobiar y sin presionar (porque no tengo derecho a ello) incluso llegando a parar cuando la ocasión lo requiere. En esta zona, al menos, la relación es cordial. En el caso de los ciclistas, también hay de todo. Son pocos los que circulan al igual que yo por los carriles bici. La mayoría de los que me cruzo, van por la calzada y suelen ser deportistas que salen a entrenar. Los hay que respetan los semáforos de los carriles (aquí un servidor) y los que prefieren saltárselos, pero eso también ocurre con los peatones y con los conductores (allá cada cual con su vida). Los conductores, en el poco tiempo que llevo haciendo esto, son también respetuosos por norma general. Te ven de lejos y se detienen para que pases (el 99% hasta ahora). Incluso cuando voy a cruzar un paso de peatones, se detienen y te dejan pasar, teniendo ellos la prioridad, de modo que, a esos conductores amables y pacíficos, les doy un diez.
Hace un par de días, en cambio, en uno de esos pasos de peatones, un conductor con mucha prisa y poco respeto, se vio obligado a frenar (con espacio de sobra) para no llevarse por delante a un servidor. Una vez que yo ya había cruzado, me recordó que yo no debía de pasar por allí. Y tenía razón. De hecho ya no lo he vuelto a hacer. Ese 1% de conductores poco amables, me ha hecho darme cuenta de que mi lugar está en el carril bici y, de ahí, no me saldré a partir de ahora. Yo he aprendido mi lección y la aplicaré. No se si podré decir lo mismo del tipo del Ibiza negro, ya que, antes de pitarme y afearme la conducta, se había cambiado de carril, sin indicarlo con el intermitente, sobre una línea continua, delante de un paso de peatones (tres puntos, colega).
Por lo que respecta a las infraestructuras, tengo que decir que los carriles bici están un poco abandonados. Faltos de limpieza y de mantenimiento. Los hay más nuevos y mejores y luego está el de Avenida Carlos de Haya, carril bici pionero en Málaga, que no ha sido revisado ni mejorado desde su creación, y le haría falta un par de remates, sobre todo en los rebajes de las aceras, algunos son auténticos bordillos venidos a menos. Por ahora, tan sólo he recorrido una pequeña parte de los existentes, mi idea es conocerlos todos y ver hasta donde puedo llegar por ellos. No cubren toda la ciudad y la red es algo limitada, sobre todo porque muchos están inconexos y existen tramos aislados que no tienen ningún sentido. Se supone que están en expansión o, al menos, eso espero. Al hilo de este mismo punto y volviendo a los conductores, está la actitud de algunos, que aprovechan el carril bici para aparcar sobre ellos cuando tienen que ir a comprar el pan, tabaco, sacar dinero de un cajero o hacer un reparto. La falta de sensibilidad es algo muy común en muchos conductores, pero no achaco a que vayan contra el carril bici o los ciclistas en concreto con esa actitud, en realidad les he visto hacer lo mismo sobre pasos de peatones, plazas de discapacitados, rotondas, jardines o aceras. Es más una combinación de pereza, comodidad, mala educación y (aquí voy a meter a las autoridades) falta de disciplina. Porque, otro gallo cantaría, si no se hiciera la vista gorda cuando se ven cosas así.
Sin ir más lejos. La semana pasada, mientras íbamos de paseo por la zona de mis padres, fuimos testigos de uno de esos casos. Frente a la farmacia "María Castro Castillo", en calle Martínez Maldonado, siempre hay un pequeño jaleo de vehículos de usuarios que han parado a comprar medicinas, vehículos mal aparcados y ocupando un carril a todas horas. Cuando pasamos por aquel lugar, nos llamó la atención ver a una patrulla de la policía local, parada junto a un BMW y a uno de los agentes hablando con un muchacho de unos quince o dieciséis años. El vehículo en cuestión estaba enbocado en la esquina de una calle de un único sentido, bloqueando el carril bici y parte del paso de peatones. El agente estaba considerablemente indignado y, una vez localizado al conductor, que se estaba dando cuenta de todo y desde dentro de la farmacia pedía perdón, pero allí seguía haciendo su compra, le conminó a que regresara rápido y quitara el coche de allí. Y eso fue lo que sucedió. Nada más. Una reprimenda y aquí no ha pasado nada. No hubo denuncia, no hubo sanción y la próxima vez este "señor" volverá a dejar su mamotrético carro donde le salga de sus santos cataplines porque, si no hay escarmiento ¿cómo esperamos que la conducta cambie en estos casos?
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