Flamencos, Fochas, Liebres y otros "Animales de Campo"

Siempre he dicho que el fin de semana está para disfrutarlo. No importa como gastes esos días, lo importante es hacer cosas para desconectar de tu día a día laboral. Aquí un servidor es bastante casero y me encanta pasar las tardes tranquilas en el sofá del salón, viendo una película, una buena serie o jugando a la playstation que eso, aunque parezca algo infantil, desfoga mucho. Y si no, estoy buscándome cosas que hacer como quitár óxido a los viejos prismáticos de mi abuelo, dibujar, escribir o (como dice mi amigo Sebi) darle a la tecla, o sea, pasarme las horas delante del PC. Pero hay fines de semana que necesitas algo más, necesitas vida social, ver a tus amigos o a familiares que hace años a los que no ves. Este fin de semana pasado ha sido así, el sábado estuvimos con la familia y el domingo con los amigos.

Lo del domingo estuvo bien. Casi sin pensarlo improvisamos una escapada a la laguna de Fuente de Piedra, provincia de Málaga, a unos veinte minutos de Antequera. Hace unas semanas empezaron a llegar las colonias de flamencos rosas que todos los años anidan en esta laguna, sus aguas salobres, su buena situación y su estupendo clima lo hace el lugar perfecto para anidar y criar justo antes de partir en dirección a África. Los amantes de la naturaleza tenemos allí una oportunidad excepcional de disfrutar de la vida salvaje en estado puro. Ver unos animales tan majestuosos en su hábitat, sin que el hombre interfiera en su existencia (relativamente, claro está) te hace ver el mundo de un modo diferente. La mañana era clara y aunque estaban algo lejos, con los prismáticos podías verlos perfectamente, después de caminar como una media hora, cosa que tampoco está mal. Porque esa es otra, al que le gusta el campo, sabe que la caminata no se la quita nadie y que inténten quitársela. Cuando llegamos hasta el límite de la laguna pudimos contemplar la hermosa estampa de esas aves en pleno vuelo. Pequeños grupos de cuatro o cinco miembros se acercaban de vez en cuando a la zona central de la laguna en la que anida la bandada, seguramente de regreso de otro lago cercano donde se alimentan. Hay que recordar que los flamencos no se alimentan en esta laguna porque su agua es salada, tan solo crian en ese sitio. En fin, que la cosa estuvo bastante bien, incluso mejor de lo que creía ya que han renovado otras zonas del parque con nuevas lagunas para que otras especies puedan permanecer aquí, así que pude ver ánades, fochas, malvasías, cigüeñuelas, correlimos... una maravilla de experiencia a cosa de una hora de la capital. También había liebres, hacía años que no las veía, pero ahí estaban, montones de madrigueras con una buena colonia de roedores, muy simpáticas.


Sobre las dos y media nos recogimos, en dirección al pueblo. Mi padre nos había dicho que en la misma plaza había unos cuantos lugares donde comer y, cuando llegamos, tan solo había dos y estaban bien llenos. Nos dirigimos al único restaurante de los dos y nos planteamos sentarnos porque había bastante gente. Al final nos decidimos por preguntar al camarero si había posibilidad de que nos atendieran y, bueno, como nos contestó que habría que esperar un poquito decidimos ver que pasaba. Casi al instante una mesa de cuatro se quedó libre y en lugar de asignárnosla a nosotros el muchacho se la endosó a otra familia que acababa de llegar. Aquello no nos dió buena espina porque entre el jaleo y el desorden la cosa pintaba que allí solo iban a comer los que asaltaran la cocina. Aún con todo mi mujer no se pudo resistir a preguntar el porqué de la decisión de aquel hombre de otorgar un sitio a unas personas que habían llegado después de nosotros, de modo que se acercó al chico y se lo dijo, a lo que el tipo, con muy malos ademanes dijo que él estaba trabajando y que no podia estar atento a todo. ¡Uf! Craso error y mala respuesta, realmente ese es su trabajo, y estar atento a todo es básicamente lo único que se le exige a un camarero. ¿Que la situación le superaba? Bueno, eso era evidente, ¿qué se excusara con que no se enteraba de lo que pasaba delante suya porque había mucho lío? bueno, eso no me vale. Se que para servir mesas en una terraza de un bar cutre de pueblo no se necesita un título oficial, tan solo el de manipulador de alimentos (que dudo que también tuviera) pero lo que si se requiere es un mínimo de eficiencia y ,sobre todo, de educación, precisamente la que le exigí antes de darnos media vuelta, porque el muy idiota (diría otra cosa, pero prefiero quedarme con eso, que ya es suficiente) encima nos dijo que no le podíamos reclamar nada porque todavía no nos había servido. En fin, no era plan de ponernos a peder el tiempo con un piltrafa como aquel, que bastantes problemas tenía cuando la mitad de las mesas se les estaban yendo sin haber hecho una sola consumición. Lo siento por los que trataron de comer algo en aquel tugurio, porque si lograron que ese “lechado de virtudes” que tenían de camarero les llevara algo, como mínimo tuvieron que esperar de una hora a hora y media para que llegara a su mesa.

A fin de cuentas a nosotros nos vino bien, cogimos carretera y en diez minutos nos plantamos en Mollina, un pueblo con el que todos los que íbamos aquel día tenemos bastante relación, pero que hacía mucho que no visitábamos. En cuestión de media hora ya estábamos comiendo, en un buen restaurante, en el centro de la villa, con buen ambiente y muy bien atendidos. Por si algún día alguien va por allí, que pregunte por el Ayuntamiento, la Iglesia o la Guardería y que entre en el Restaurante La Plaza, no se arrepentirá, buenos precios y una comida más que decente.

El día acabó en Antequera, en un sitio en el que aún había más lío que en el primer sitio de la jornada, pero donde los que servían eran mil veces más simpáticos y educados. Porque esa es otra, te pueden hacer esperar, te pueden servir a destiempo, traerte lo que no has pedido, o dos veces un café cuando querías chocolate, pero si lo hacen con buenos modos no importa tanto como si el que te atiende es un capullo del calibre catorce. Que todos somos humanos, si, pero también hay quienes pecan de humanidad.

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